sábado, 9 de enero de 2016

MÁSTER RELÁMPAGO

Parece que el viaje relámpago realizado por Pedro Sánchez a Portugal, a fin de ilustrarse sobre el pacto alcanzado allí entre el Partido Socialista, el Partido Comunista y el Bloque de Izquierda, gracias al cual gobierna el socialista Costa,  lo ha hecho por dos motivos. El primero, para conocer de primera mano su gestación y sus intríngulis, a fin de ver la posibilidad de “traspolarlo” a la situación española. El segundo, y no menos importante, como un gesto hacia la galería, una puesta en escena que no deje lugar a dudas sobre su empeño en gobernar por encima de la campana gorda. Si es que todavía hubiera quien, de los suyos o de los otros, albergara alguna. En cualquier caso, ninguno de los dos motivos tiene enjundia suficiente para considerar este viaje más que una simpleza mayúscula. Porque ni Portugal es España, ni por tanto las condiciones del pacto allí pueden aportar dato positivo alguno que sirva al caso; ni el gesto añade nada nuevo a la matraca que de forma machacona y cansina está repitiendo nuestro protagonista desde que se supieron los resultados de las elecciones. De modo que para ese viaje no se hubieran necesitado alforjas, porque vuelven vacías.

A veces la obsesión por conseguir algo se apodera tanto de las personas que les anula la capacidad de discernir. Si, a mayor abundamiento, el individuo anda escaso de confianza en sí mismo y tiene una cabeza un poco volandera y fantasiosa, la necesidad de reafirmarse haciendo realidad sus quimeras puede agravar el cuadro patológico. Y creo que esto es lo que le está pasando al interfecto. De entrada, porque no ha sabido asimilar el batacazo de las últimas elecciones, en las que casi millón y medio de votos, que han supuesto 20 escaños, quedaron en la gatera de Podemos. Y de salida porque aprovechando la imposibilidad aritmética de que el PP, ganador pírrico de las mismas, pueda gobernar sin su ayuda, se ha empeñado, con afán monomaníaco, en una huida hacia adelante camino de La Moncloa que le impide aplicarse la misma aritmética que esgrime contra él. Si algo quería deducir de  la situación del gobierno portugués le hubiera bastado, sin necesidad de ese máster instantáneo in situ, con haber leído la prensa e interpretarla sin obnubilaciones. Todo antes que decir, comparándola con la española, que “el resultado de las urnas en España refleja una realidad muy similar, una representación plural del Parlamento que lleva a un periodo de diálogo, de acuerdo y de consenso”, que es como equiparar una chirla con un taclobo gigante porque ambos sean moluscos bivalvos, una soberana idiotez. Porque su colega Costa solo ha necesitado llegar a un acuerdo con 2 formaciones políticas para poder gobernar y, aún así, ha necesitado los votos y la ayuda de la oposición para aprobar los Presupuestos de este año, con lo que el pacto no puede estar más en tenguerengue. Cuando aquí, para igualar los votos de PP y Ciudadanos, que ya se ha posicionado contra cualquier tipo de separatismo emboscado o no, el PSOE necesitaría los de Podemos, En Comú Podem, IU, Compromís, En Marea y Bildu. Por poner el ejemplo que, por cercanía ideológica, sería más lógico, si es que la lógica es aplicable a este batiburrillo. Y para superar los 163 votos o alcanzar mayoría absoluta, debería lidiar, además, con uno o más de los cuatro restantes: ERC, Convergencia, PNV y Coalición Canaria. La aritmética es lo que tiene y el gazpacho que puede montar el individuo puede ser de órdago.


La verdad es que la situación, con sus líneas rojas y todo,  me resulta inquietante. No sólo por sí misma, sino porque pone en evidencia la pobreza moral de unos, la cerrazón de otros y la actitud irresponsable y absurda de casi todos. El mejor final que le veo, siendo malo, es una repetición de las elecciones, porque seguir mareando una perdiz que ya está más que descangallada, es mantener la inestabilidad y la zozobra un tiempo inútil. Lo único que lamento es coincidir en este deseo con Podemos, que anda por ahí fariseando diálogos al tiempo que maniobra, con la vista puesta en el PSOE, de la misma forma sibilina, artera y envolvente que utilizó para acabar con Izquierda Unida. Esperar que Pedro Sánchez, este Zapatero mimético, adquiera la lucidez suficiente para ver más allá de sus ansias de poder y de su odio sarraceno hacia Rajoy y el PP, es buena gana. Porque, visto lo visto, si el menda llegara a caerse del caballo camino de Damasco, en vez de clarividencia para alcanzar un pacto de gobernabilidad lo único que iba a conseguir sería descalabrarse. Que ya es lo que le faltaba, primo.

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