sábado, 14 de febrero de 2015

EL 'MAKOI' FOSFORITO

No andaba yo todavía recuperado del sarpullido que me supuso el discurso de fin de año de Monago, tan pleno de fanfarria esdrújula y autocomplaciente, y aún sin cicatrizar el desgarro emocional que sufrí viendo la desfachatez imperdonable con la que masacró, con motivo de su última comparecencia a cuento de los viajes canarios, ese hermosísimo poema de Lorca que es Ciudad sin sueño, cuando, de improviso,  me asalta con el pistoletazo oficial de salida de la campaña electoral. Mermado en mis defensas y todavía convaleciente de dos agresiones consecutivas tan inmisericordes, he tenido que echar mano de toda mi capacidad de resistencia para salir medianamente incólume de esta última prueba. Con la angustia añadida de saber, para mi desgracia, que ella es tan sólo la punta de un iceberg bajo la que se encuentran, al acecho, casi cuatro largos meses de embestidas propagandísticas a las que se unirán con ahínco las restantes formaciones políticas. La intemerata, vaya.

Ignoro a quién corresponde el honor de haber realizado el diseño de esta campaña “novedosa, austera, diferente a lo que se ha hecho hasta ahora”, pero sabiendo que Fernando Manzano, a la sazón presidente de la Asamblea y, por tal, primo de su chófer, es presidente del comité y director político de la misma, intuí que mis expectativas estupefacientes no iban a ser defraudadas. Y cuando leí, en la página del PP, que se había “producido un libro blanco –limitado y enumerado (sic) en 5.000 ejemplares- que abandona el tradicional y antiguo folleto de campaña”, tuve la certeza de que mis presentimientos iban bien encaminados. Mis esfuerzos se dirigieron, entonces, a conseguir tamaña joya bibliográfica “enumerada” y, por lo visto, no “traspolable” de ninguna de las maneras dada su originalidad sin igual. Lo conseguí y he de confesar que, en el momento de tenerlo en mis manos, me embargó una emoción indescriptible. Con formato similar a la carátula de un disco compacto, en letras negras sobre un fondo blanco e inmaculado, reza un contundente HACEMOS EXTREMADURA. Por bajo, encima del “enúmero”, puede leerse “Limited edition”, todo un alarde de sutileza políglota e internacionalista. Es en la segunda de cubierta donde se nos explica el porqué del blanco, que no es otro que el deseo de su creador de parangonarlo con el famoso White Album de los Beatles. Tendría que haber previsto, sin embargo, que este álbum ni iba a llamarse así, sino A Doll's House, ni, por tanto, iba a ser blanco. Y no nació, como afirma imprudentemente el atrevido relator, por un deseo de “editar un material muy especial, novedoso, que contrastara con todo lo que se estaba realizando en su tiempo”. En realidad resultó un álbum en cierta forma fallido por irregular, que supuso el principio del fin de la banda, y su grabación fue una tormentosa sucesión de incidentes, deserciones y egoísmos, con enfrentamientos incluso físicos entre ellos. De modo que mal empezamos con las apoyaturas culturales. Pero ya se sabe, la ignorancia es atrevida, y si cuela, cuela.

El lugar del disco lo ocupa un librito de apenas 40 páginas y se abre con una antigua fotografía de Monago que, con tres o cuatro años, posa en calzoncillos sosteniendo un bolígrafo entre sus manos; se cierra con otra actual del mismo en idéntica pose, pero ya, como es natural, vestidito con camisa y pantalones vaqueros de lo más aparentes. Alfa y omega de Extremadura, no digo más, condensadas en dos fotografías alegóricas. Entre ambas, por si no querías leche toma tres tazas, más fotos del susodicho de frente y de perfil, serio y sonriendo, sólo y acompañado, con corbata y sin ella, intercaladas con información “contrastada” de los supuestos logros conseguidos en la legislatura. Como en el discurso de fin de año, vuelve la burra al trigo y hay verdades a medias que, ya se sabe, no mienten pero tampoco dicen la verdad. Ni atisbos de un listado no digo de promesas, que iría en contra de la metafísica innovadora del asunto, pero sí al menos de intenciones, de proyectos no realizados. Qué se yo, un adarme siquiera de autocrítica, de sensatez. Aunque, por mor de mi impaciencia, cabe la posibilidad de que esté precipitándome en esta última apreciación y ande poniendo el carro delante de los bueyes. Pues dado que el álbum de los músicos era doble, quizás esté prevista una segunda entrega, por supuesto también “enumerada”, en la que se nos informe de un programa de gobierno digno de tal nombre, que refleje negro sobre blanco todo lo que, el futuro presidente, piensa que falta por hacer. Y, sobre todo, si pondrá todo su empeño en hacerlo. El librito, la verdad, me ha parecido una retahíla infumable y empachosa de imaginería visual y literaria. Un petardo egocéntrico marca de la casa. Como el spot que lo complementa, que es igual de petardo pero con voz y movimiento, o sea, más cargado de bombo, que decía el otro. En él, además de toda la letanía de éxitos, podemos gozar viendo a nuestro protagonista, inasequible al desaliento, en plan ‘makoi’ fosforito corre que te corre por esos campos extremeños.


La verdad es que esta última metáfora me supera, no sé muy bien si por arriba o por abajo. Aunque mucho me temo que, viniendo de la factoría que viene el asunto y conociendo la capacidad tendente al infinito que Manzano tiene para asombrarme, el pasmo esté más cerca de lo cutre que de lo sublime. Sólo a él se le ocurriría vestir al candidato de ‘cani’ refulgente y hacerlo corretear por ahí, sin ton ni son, con cara de circunstancias. Y ahora que caigo, digo yo: ¿a dónde iría este muchacho con tanta prisa?
Corre que te corre
Manzano cascabelero.

2 comentarios:

Encarna rabanal dijo...

Muy bueno el análisis que hace.
El libro no lo tengo pero si es tan cutre,como el vídeo,ofende la inteligencia de los extremeños.

Anónimo dijo...

si es que están en todos los lados los "makois"... jajajajaja. muy bueno tocayo!