lunes, 17 de septiembre de 2012

EL CIRCO AGOSTEÑO (2)

En mi artículo anterior intenté hacer un recorrido sobre las diversas actuaciones circenses que ha habido durante el mes de agosto en esta “España insólita”. No sé si es que me faltó espacio o me explayé en demasía, pero sólo me dio tiempo a glosar dos: la intervención estelar del “Dúo Sacapuntas” expropiador de garbanzos y su protesta andariega por los campos de Andalucía, y la magistral lección de labia y oratoria que, agonizando el mes, nos obsequió Fernando Manzano, a la sazón presidente de la Asamblea de Extremadura y, por tal, primo de su chófer.  


Uno de los asuntos que se me quedó en el tintero metafórico, digo, es el de la entrada de Mario Conde en la política activa, aunque por el momento sea más un anuncio que una realidad. Se presentaría bajo las siglas de un partido, “Sociedad civil y democracia”, que tampoco es partido, sino una agrupación de personas que entrarían a hacer política sin ser políticos y que, además, no están de acuerdo en la forma en que está organizado el sistema participativo y democrático en España. O sea que, después de tanto oxímoron, no sé si anuncia que se presenta sin anunciarlo o, rizando el rizo, que no se presentará presentándose. El caso es que él, amparado en el grupo Intereconomía,  pontifica desde su blog y sus tertulias con pose de prima donna, como si fuera una virgen inocente recién llegada a este lupanar en que políticos de uno y otro signo han convertido la arena patria, asegurando tener la fórmula para sacar a este país de la crisis. Además promete dar voz al ciudadano de a pie y, ojo al parche, acabar con la dictadura financiera impuesta por bancos y banqueros. No alcanza el nivel de Ruiz-Mateos, otro que tal, al que le he oído decir que tiene seis maneras diferentes para arreglar nuestra debacle económica en veinticuatro horas. Lo cual, que a ver quién mea más lejos. El adelanto de las elecciones gallegas ha cogido al exbanquero cuentista metido a redentor con el paso cambiado, pero ha estado diligente y, al final,  se batirá el cobre en la circunscripción de Pontevedra. Además el próximo 6 de octubre, cuando se celebre el congreso constituyente de este engendro de partido-antipartidos, el relamido expresidiario presentará su candidatura a presidente del mismo. En cualquier caso si por la premura de tiempo tuviera problemas para enjaretar las listas, me permito sugerir algunos nombres que, en mi humilde opinión, pueden encajar en el proyecto sin desentonar con su líder, a saber: Roldán, Correa, el Bigotes, Matas, Carlos Fabra, Camps, Urdangarin, el Méndez de Caixa Galicia, la Amorós de la CAM, Vera, Barrionuevo, la princesita Munar y el Dioni. Habrá más, digo yo,  pero esos ya que los busque él entre sus compañeros de patio.

Y para coronar con una  guinda agria, el caso del etarra Bolinaga, que ha sido la representación de un sainete trágico en sesión continua y que seguirá coleando para vergüenza de unos, regodeo chulesco de otros y desgarro e indignación de muchos. La blandenguería y los miramientos que Gobierno y jueces han tenido con esta sabandija, invocando el estado de derecho y el imperativo legal, es una tomadura de pelo dramática que sólo podría explicarse por motivos espurios que ningún responsable de la afrenta se ha atrevido a confesar. Porque lo que sí está claro, de entrada, es que la ley no obligaba al gobierno a concederle el tercer grado a la bestia. La concesión está dentro de la ley, pero también lo hubiera estado el negársela. Y el que diga lo contrario, ministro o no, miente. Después vino el informe de los médicos del hospital donostiarra, al que concedo la misma objetividad que a los profesores de la UPV calificando exámenes de  presos etarras. Le siguió la pantomima grotesca de la huelga de hambre del criminal, que duró poco si es que alguna vez empezó y a la que se unieron, también de manera virtual, las huestes filoetarras de Bildu y asimilados, que compensaban el sufrimiento del sacrificio solidario hartándose de mortadela con aceitunas que escondían debajo del colchón. Continuó con la actuación desconcertante del juez José Luis Castro, viajando hasta la cabecera del doliente para comprobar in situ el estado de salud del pajarraco. A la vuelta emitió un peculiar auto plagiario en el que, sin atender al dictamen de la forense de la Audiencia Nacional y de la fiscalía, concedía la libertad condicional al asesino. Dadas, según parece, sus  profundas convicciones religiosas, podría colgar toga y puñetas y abrazar los hábitos de la Orden de la Merced, que se dedica a la redención de cautivos y al auxilio de enfermos, caritativas acciones ambas que se ajustan mucho mejor a su intervención en este turbio caso. Y por último, esta semana la AN, también contra el criterio de fiscal y forense,  ha cerrado el círculo infamante y ha liberado al bicho preso.

“A las leyes no les gusta que nadie muera en la cárcel”, ha frivolizado Rajoy destrozando la sintaxis. Tampoco debe de gustarles que alguien descerraje 18 tiros por la espalda a un guardia civil, Mario Leal Baquero, como hizo este cobarde. Lo que ocurre es que esto no es cuestión de gustos, ni siquiera de leyes. Es cuestión de justicia. Y justo sería que esta escoria de mirada oscura cumpliera la pena íntegra a la que fue condenado. Si, enfermo de cáncer, muriera antes de salir del trullo y saliera de él con los pies por delante, mala suerte. O buena, según se mire.

3 comentarios:

Muli dijo...

Me ha gustado mucho "El circo agosteño(2)".Muy bien escrito y con más razón que un Santo.
Un abrazo.

Daniel dijo...

Aún mejor que el anterior,si eso era posible.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

¡Qué bien escribes,coño!
Perdón por el taco.