miércoles, 14 de septiembre de 2011

DISPERSIÓN VACACIONAL

Se acabaron mis vacaciones. He estado casi un mes sin estar seguro de qué día era, sin horarios, sin rutinas impuestas, y, en algunos momentos, dado a la más absoluta galbana. No obstante, he leído mis periódicos diarios, libros que se habían amontonado, madrugado cada día, cocinado y realizado mis labores jardineras. Incluso hice un viaje a Barcelona, con mi santa, adonde llegué a pesar de una autovía-autopista, la II, cuyo nombre es un insulto a la inteligencia por su firme de camino de cabras, su concentración de obras y el atraco de su peaje. Pero, qué quieren que les diga, por ver a los hijos uno es capaz de hacer cualquier cosa, hasta dejarse robar por viajar dando más botes que una caravana de la Wells Fargo. Aun a pesar de la molicie, ya digo, he estado al tanto de noticias y acontecimientos y, por culpa de ella, no escribo sobre ellos hasta ahora. La dispersión vacacional es lo que tiene.

Sin duda uno de los eventos estrella de este agosto ha sido la visita del Papa a España con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud. Y a pesar de que esas concentraciones masivas de morados, casullas, sotanas y capisayos me produce bastante desasosiego diré, de entrada, que me trae al fresco que venga el Papa o, un poner, el Patriarca de Constantinopla, que no ando yo metido en estos mundos de iglesias y religiones. También he de manifestar que lo que en el ejercicio de su divino magisterio pueda decir éste o cualquier otro obispo de Roma, francamente, me importa un rábano. Por tanto, allá cada cual que crea en lo que quiera y aclame a quien le plazca. Es por eso por lo que no logro entender la actitud energúmena e intransigente de esos indignados antipapa que, como el que figuraba en una fotografía de este diario, se han dedicado a amedrentar y escupir blasfemias en los oídos de criaturas quinceañeras, o a zarandear monjas en una actitud rufianesca y matona reflejo de épocas oscuras. Entre las excusas peregrinas (perdón por el chiste fácil) que esgrimían estos iluminados para justificar sus acciones bárbaras, estaba la de su oposición a que el viaje papal se pagara con dinero público. Pues vaya. A mí también me da por el saco bellaco que se subvencione a sindicatos y patronales y, a pesar de eso, me fastidio y no me dedico a organizar comandos para correr a gorrazos por las calles a liberados sindicales o patronos de la CEOE. Otra cosa es la matraca cansina que nos han dado los medios de comunicación escrita, audiovisual y en línea con la puñetera visita, que estaba ya de peregrinos, mochilas, cánticos, confesiones masivas e indulgencias hasta la mismísima coronilla. Sin contar la inevitable ración de mermeladina que conlleva este tipo de manifestaciones apostólicas. Tuve ocasión de ver en un telediario la entrevista a un joven, tipo “yo amo a Laura”, que embelesado mostraba al mundo el contenido de la mochila del peregrino. Además de gorro, camiseta, abanico y rosario, contenía un botiquín que, ad hoc, resultó ser un crucifijo porque, dijo el relamido, “no hace falta más: Jesús lo cura todo”. Tamaña cursilada me obligó a meterme dos chutes urgentes de insulina porque la glucosa me salía por las orejas. Y ya puestos, los organizadores podrían haber sido un poco más terrenales e incluir en la mochila de marras algún remedio contra las lipotimias, porque los muchachos, bajo el sol de agosto, caían como chinches.

También han merecido mi atención los denodados esfuerzos del “transustanciado” Rubalcaba por quitarse de encima, aun a mandobles, su reciente y cómplice pasado con el desastre zapatérico. Me recordaba a Louis de Funes en la película La gran juerga diciendo insistentemente: “¡Yo no he sido, yo no he sido!”. La diferencia es que Louis de Funes decía la verdad. Tanto empeño ha puesto el tal en ser otro que, incluso, ha querido mamporrear a los del 15M. Ya lo veía yo en la Puerta del Sol con la flauta, el perro, la peluca de rastas y megáfono en mano gritando “¡Zapatero, se te ve el plumero!”. Pero el suricato esdrújulo tenía un as en la manga para dejar con el culo al aire a este renegado, que así se las gasta el pájaro, y a última hora le ha endilgado una reforma constitucional para la contención del déficit que ha dejado al pobre Alfredo tan desconcertado como Adán y Eva en el Día de la Madre. Y ahí sigue, más delgado, más filoso, haciendo encaje de bolillos para tratar de explicar tanta contradicción y tanto dislate. Por cierto, que esta reforma no ha gustado ni en la forma ni en el fondo a sindicatos y nacionalistas. A los nacionalistas, me imagino, porque no han podido trincar por sus votos. A los sindicatos, siempre generosos y desinteresados, porque piensan que este reforma repercutirá negativamente en el estado del bienestar. Digo yo que mayormente del bienestar suyo porque, ¿cómo se puede hablar de bienestar con casi cinco millones de parados y siendo el sétimo país más pobre de Europa? Alguno de estos merluzos ha añadido que “endeudarse es de izquierdas”. Pues no, zoquete, endeudarse es de manirrotos. Y si es con el dinero de todos, de incompetentes e, incluso, de sinvergüenzas. Pero bueno, mientras que a costa de las subvenciones y la deuda nos podamos ir de vacaciones cinco estrellas a Madeira, ¡ancha es Castilla!

Y yo de depresión posvacacional, nada de nada, que eso es un invento de zánganos flojeras. ¿Depresión por trabajar? Pues no. Depresión por no poder trabajar. Y si no lo creen, pregúntenlo en las colas del INEM o en los comedores de Cáritas.

2 comentarios:

Carlos Rivero. dijo...

Hola Jaime!
Se acabó lo bueno ¿no?...jejej
Espero que nos quedemos como estamos..
Un abrazo.

Juan dijo...

De acuerdo con tu "dispersión vacacional",amigo Jaime.
Un saludo.