martes, 8 de febrero de 2011

PALÍNDROMOS

7.

Vuelvo atrás, en esta tarde gris, cuando el otoño
viene a mirar tu pelo, ese que acaricié
cuando ya no sabías que yo estaba.
Vuelvo al compás de unas lágrimas
que no siento correr, que intuyo por el aire que ya no respiramos,
que ya no son las que debieran ser, que ya no sirven.
Hay en el horizonte el contorno de un cuerpo que es el tuyo
silencio ya, postrado,
y en mis sienes, cuando el viento te nombra,
la forma despeinada de tus sienes.
A quién le importa, al fin, tanto extravío, si no es a mi desdicha
y a la impotencia de no vivir la vida
que no puedes vivir y que no vivo.

¿Te fuiste sin saber que te quería? ¿Te fuiste con la duda,
preguntando, asombrado, qué pasaba?

Enderecé tus piernas, recosté tu cabeza, inútil almohada,
alcanfor, triste canción de cuna amortajando el aire.
La luz como una ofensa en la ventana.
Y mi niñez, ya ausencia de tu ausencia, lágrima
eterna debajo de tus párpados, acurrucada, absorta
en la mirada ciega.
(Entre tus manos, el calor imposible de las mías.)

En tardes como ésta
reverdece en mis labios el frío de tu frente.
Y sabe a tierra húmeda de un otoño de entonces.

3 comentarios:

Juan dijo...

Jaime,me ha gustado mucho.Es una preciosidad de palíndro,como toda tu poesía.
Un saludo

Daniel dijo...

Sencillamente conmovedor.
Un saludo.

Carlos Rivero. dijo...

Fina sensibilidad.Extraordinario.Me encanta.
Un abrazo.