domingo, 31 de agosto de 2008

GLORIA BENDITA

He estado unos días en Mataslacañas con Ángel Sánchez Pascual y en Conil con Manuel Pecellín y Juan José Poblador. Todos con sus respectivas. Estupenda temperatura, magníficos atardeceres, el mar, los paseos y largas conversaciones con estos buenos amigos alrededor de una botella de vino, un pescado de postín y una carne argentina de rechupete. Qué más se puede pedir.

A mayor abundamiento, en Conil, ni rastro del poetastro pelusero. No hubo, por tanto, necesidad de esquivar babas. El lenitivo, aunque breve, no ha podido ser más terapéutico.

viernes, 29 de agosto de 2008

OTRA VEZ LOS GIRASOLES CIEGOS


Pues, como esperaba, no han estrenado la película en Badajoz. Están "La momia 3", "Mamma mía" y algunas obras de arte más. Estos modorros no dan un respiro a las neuronas. En el fondo no sé si alegrarme, que los prejuicios andaban ya bailando en la cabeza después de la portadita cursi.

Y hablando de prejuicios, me gustaría que mi comunicante anónimo venciera los suyos y leyera este libro. Verá, o al menos así lo sentí yo, que no es en absoluto maniqueísta. Nada de buenos y malos. Tan sólo, vencedores y vencidos. Y comprobará que es un libro magnífico.

Para tratar de convercerle, recupero el artículo que publiqué en El Periódico Extremadura, cuando escribía en él correspondiendo a la petición gimoteante de su director:

"Es el título del libro que me recomendó mi amigo Ángel Gata. Cuatro historias de la inmediata posguerra civil, años que intuyo más crueles que los de la propia guerra porque, en esa “paz”, la justicia se transformó en venganza y la sangre de la batalla en odio, mecánico y frío, sin alma. Sólo odio. Y el instinto de supervivencia dejó paso a las ansias de aniquilación. Su autor es Alberto Méndez, fallecido en 2004. El pasado martes debería haber recibido el Premio Nacional de Narrativa 2005 por esta obra. Parece como si el trágico destino de sus personajes hubiera contagiado al suyo propio. Cada capítulo es una derrota, comenzando en 1939 y terminando en 1942, sutilmente enlazados dos a dos, quizás con el deseo del autor de dar al libro una cierta unidad. En el fondo, historias de amor en unos años sórdidos, en los que la esperanza de los vencidos había sido borrada del mapa al tiempo que se escribía el último parte de guerra. Y en las que el desánimo se difumina sólo en la duda de si los derrotados no son, en realidad, los vencedores. Escrito con una prosa profunda, tristísima en su belleza, hermosísima en su amargura, en la que el silencio sobrevuela por encima del amor y de la angustia.

Os invito a que leáis este libro y os emocionéis al compás del Capitán Alegría, Eulalio Ceballos, Juan Senra y Ricardo Mazo. Os aseguro que, desde su limbo mágico y palpitante, os agradecerán vuestro consuelo solidario. Al fin, es la victoria que les queda, lo único que les han dejado."

jueves, 28 de agosto de 2008

LOS GIRASOLES CIEGOS

Hoy he vuelto a comprar este libro de Alberto Méndez. El que tenía lo presté. O sea, lo perdí. Torpezas de la edad. Y lo he vuelto a comprar porque, si mañana estrenan en Badajoz la película que sobre la última historia de éste ha hecho José Luis Cuerda, iré a verla. No sin antes revivir (¿reeditar?) el escalofrío que me produjo su lectura.

En esta última edición, Anagrama destroza la portada con un fotograma o el cartel o qué sé yo qué de la película: Maribel Verdú, Javier Cámara y un niño repipi con caras de circunstancia y con la figura difuminada, al fondo, del diácono acorralado. No había necesidad de ser tan pedestres. Tan torpes. Tan interesados. Me parece un aprovechamiento cutre de la publicidad que el estreno de esta cinta está teniendo. Y una anticipación innecesaria. ¿A qué poner caras de antemano a personajes que no la tienen definida, que son sólo emoción y sentimiento y angustia?. Todos colocaditos como en una telenovela venezolana. Habría que decir que una imagen, como ésta, destroza mil palabras. Teniendo en cuenta que es la edición 21ª, no había ninguna necesidad de perpetrar semejante tropelía, ninguna necesidad de destrozar el misterio de la literatura. Mal empezamos. ¡Lástima! ¡Cuánto lo siento, Ricardo Mazo!

sábado, 16 de agosto de 2008

Y USTED, ¿DE QUÉ SE RÍE?

A ZP la han dicho que se ría. Y él se ríe. No sabe de qué, pero se ríe. Le dicen, “José Luis, tú sal y ríete”. Y él va, sale y se ríe. No sé si se lo habrá dicho su estilista, la sirena bigotona, su director de imagen o algún espabilado con cargo en inglés. Pero él sale y se ríe. “Ríete, José Luis, que eso nos da votos”. Y, pánfilo, sale y se ríe. Pánfilamente, claro.

Cuando no es la risa lo que toca, no se ríe. Disciplinado él. ”Ahora sal, José Luis, y no te rías”. Y él sale, crispa la mueca, delinea los labios, enarca la ridiculez de sus cejas y brazotea con sus manitas a la altura de la tripa, aireando las axilas. Como si quisiera volar. Como un pingüino reencarnado.

Y en esas andamos, entre risas con hoyitos y axilas ventiladas, sumidos en la más absoluta inoperancia. Pero, coño, ¡qué bien aletea y qué bien se ríe el tío jodío!

miércoles, 6 de agosto de 2008

APUNTES DEL NATURAL

- Otra vez la fiera corrupia haciendo de las suyas. Anda la rabia suelta por la calles. Este sí mal nacido que ríe y se regodea y respira el aire que ahoga a sus víctimas. País idiota que permite la impunidad del matón, que disculpa la risa del cobarde, que desprecia las lágrimas del justo, que tolera el cinismo del criminal. Torpe país que se mueve a remolque de la infamia: “Estaremos atentos para que De Juana no ofenda a las víctimas”. Dúo de opereta trágica. ¿Cabe mayor ofensa que su sonrisa babosa en libertad?

- Y una idiotez duplicada: El Suñé (desconocido imbécil hasta ayer mismo) y el tal Puig, ese friqui borderline, intelectual y físicamente hablando. Una elocuente combinación de neuronas mentecatas. Nuestros mandamases extremeños se van a los tribunales de justicia. Craso error, no vaya a ser que sus complejos se vuelvan en nuestra contra y actuemos al mismo nivel de idiocia pueblerina en que ellos se mueven. Habría que ir al tribunal médico del cotolengo de San Froilán que, fijo, declararía a estos catetos inhábiles para la vida ciudadana.