martes, 13 de octubre de 2020

ABUELEANDO II

 




Cuando declina la tarde,

mi nieta busca la luna

mirando al cielo, expectante,                               

mientras sale de mi mano

de paseo por el parque.

Al encontrarla entre estrellas

se le ilumina el semblante

y la señala, riendo,

aunque esté en cuarto menguante,

aunque sea casi el silencio

de una línea, de un

                                   instante.

Y se alegra al descubrirla

en el cielo,

                    rutilante.

 

No sé que vendrá a sus ojos,

qué pensará cuando mira

un misterio tan lejano,

una ausencia tan distante.

 

Mi nieta mira la luna

mientras yo la miro a ella

cuando mira,

y al ver sus ojos brillantes

descubriendo ese prodigio

de la luz que le aturrulla

desde el cielo,

siento y sé que estoy viviendo

todos mis sueños de antes.

 

Es lo que tiene mi nieta

cuando se le pone cara

de astrónoma principiante.                  

Y lo que tiene la luna,

aunque apenas sea un suspiro            

cuando está en cuarto menguante.

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