sábado, 26 de mayo de 2018

FERIA DEL LIBRO Y ESCRITORES NOVICIOS


Mañana se clausurará, con un concierto de la Banda Municipal de Música, la trigésima séptima Feria del Libro de Badajoz. Dentro de las actividades que se celebran a su amparo, el pasado domingo se entregaron los premios del vigesimosegundo Concurso Infantil y Juvenil de Poesía y Narración. No recuerdo si estoy en el jurado desde su inicio, pero lo que sí sé es que esta es, año tras año, una de las actividades más gratificantes con las he podido encontrarme en mi, digamos y perdonad la presunción, vida literaria.

Vivir la posibilidad anual que se me ofrece de poder acercarme a las emociones  desbordantes, ingenuas, desinhibidas, de escritores que, salvo algunas excepciones, están entre los 8 y los 13 años de edad, es un lujo con el que disfruto como si fuera uno de ellos. Y lograr lo que logran, digo, que un tipo como yo, cercano a ser ya un carcamal, recupere el olor cercano de una inocencia enterrada por las arrugas de los años, es un milagro que solo los que son abuelos tienen la posibilidad de llegar a disfrutar. Dado que, ‘consanguíneamente’ hablando, yo no lo soy, cuando me enfrento a los cientos de poemas y narraciones que mandan cada año estos autores, me siento un poco el abuelo de todos y cada uno de ellos. Y, sin conocerlos, me los imagino escribiendo, volcando su imaginación y sus sentimientos en historias y poemas que recibo como un “agua límpida milagrosa” y rejuvenecedora. Ya sé que, a primera vista, puede resultar contradictorio que esta experiencia anual me haga sentir, al mismo tiempo, nieto y abuelo, joven y adulto, pero esa es la magia que tiene la literatura hecha por niños, que te contagia de fantasía hasta hacer que lo absurdo resulte normal y lo normal, aburrido e ilógico. Y así, en una pirueta existencial que solo en ese mundo de fábula que ellos construyen se puede realizar, me siento abuelo de mí mismo al tiempo que de ellos.

Como no hay miel sin hiel, donde la puerca tuerce el rabo y descabala mis sueños es en el momento de tener que decidir a los “elegidos para la gloria”, porque los elegiría a todos por el mero hecho de su esfuerzo fresco y sin complejos. Y, según los casos,  por su locura virgen, o  su mirada limpia y sin dobleces, o su valentía al compartir las penas de un primer desamor o las alegrías de un primer enamoramiento, o su imaginación desentrañando enigmas, o sus incertidumbres ante el paso de la infancia a la pubertad o de esta a la adolescencia... De modo que siempre me queda el remordimiento y la angustia de pensar si por no elegir este poema o aquella narración he impedido que alguno de ellos siga por el camino de la escritura. Aunque este desasosiego impreciso, se compensa con su contrario, esto es, con la alegría de imaginar que el hecho de elegir esta o aquella obra haya servido para incentivar la continuidad de su autor en su aventura creativa. Y a esto me ayuda el haber visto la evolución física y literaria de más de un concursante que, año tras año, ha sido premiado. Y la esperanza de que eso le haya servido para seguir en la brecha. Sería emocionante poder dedicar un espacio en alguna próxima Feria del Libro para homenajear a todos los miles de participantes que, a lo largo de 22 años, han presentado sus creaciones a este concurso. Tratar de reunir a los ganadores de ambas categorías, saber si siguen escribiendo y, en el caso de que lo hagan, si el premio les sirvió de acicate para hacerlo. Y, si se terciara, presentar posibles obras publicadas.

(© Javier R.)
En cualquier caso, y volviendo al presente, gracias al concurso de este año y cuando las cosas me vayan mal, ya tengo un superhéroe al que encomendarme a partir de ahora. Ha sido creado, en apenas folio y medio, por Javier, de 9 años, y su nombre es Súper Culoman. Nuestro héroe, en la que espero sea la primera de muchas nuevas aventuras, gracias al aura de su súper pedo salvó a la ciudad de Culópolis del malvado Papel de Baño de doble capa. Desde que sé que él vigila, la verdad es que duermo la mar de tranquilo, primo.

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