sábado, 17 de marzo de 2012

SIN DERECHO AL PATALEO

El presidente del BBVA, Francisco González, en un simposio internacional celebrado en México al que han acudido banqueros de todo el mundo y representantes del sistema financiero internacional, ha declarado, respecto a las últimas disposiciones económicas tomadas por el gobierno del Partido Popular, que está convencido de que la mayoría de los españoles las apoyan. “No se preocupen. Estoy absolutamente seguro de que la mayoría de los españoles aceptan estas medidas y están dispuestos a aguantarse”, ha pontificado. El foro donde parió aseveración tan aventurada y enclenque no puede resultarme más inquietante, que allá fueron a juntarse una buena patulea de culpables de nuestras desgracias, seguramente para urdir nuevos mecanismos de expolio y asegurarse la inmortalidad capitalista. Porque estos virtuosos del birlibirloque siempre ganan. A nuestra costa. Cuando la economía crece, se hinchan como hipopótamos con aerofagia. Cuando la economía se rompe y entra en crisis, como hipopótamos pedorros. Pero se hinchan. Y digo yo, ¿qué derecho asiste al Sr. González para hablar en nombre de los españoles? ¿Quién lo ha investido para erigirse en portavoz de la mayoría de nosotros? ¿Cómo se atreve un señor que el año pasado ganó, que sepamos, casi cinco millones de euros, a decir ante un auditorio internacional de congéneres que la mayoría nos aguantaremos con lo que nos echen, recortes, contratos basura, despidos discrecionales, paro, desahucios salvajes? Me repatean las tripas estos lenguaraces insaciables que, desde sus privilegios, se permiten el lujo de sermonearnos pautas de solidaridad y mansedumbre. Ya no se conforman con robarte la casa y negarte préstamos, es que, en su avaricia sin límite,  pretenden también uncirte y quitarte el derecho al pataleo. Es el colmo del ansia viva.

No hay duda de que la situación económica que nos ha dejado ZP, el suricato esdrújulo, con la colaboración codiciosa de la banca y la parasitaria complicidad de los sindicatos es terrorífica, y medidas de ajuste son necesarias para no arruinar España de manera irreversible. De lo que no estoy tan seguro es que éstas que se han tomado sean las que correspondan. O, al menos, que sean sólo éstas las que deban tomarse. Subir impuestos, bajar sueldos, aumentar el horario de trabajo, recortar el gasto en servicios básicos como sanidad, educación o dependencia y el ajuste de plantillas de empleados públicos, son botones de muestra de por dónde va el grueso de los tiros, siempre dirigido contra los que no tienen escapatoria, que ya me enerva. Pero lo que me saca de quicio es que estos padres de la patria, después de arrearte el estacazo, te vienen con la chufla del dolor que sienten al dártelo. Tiene guasa la cosa. Ya pueden meterse sus dolores metafísicos por donde el sol no alumbra, porque el cuento de que “esto me duele a mí más que a ti”  no cuela. Ellos doloridos, aspirina virtual va y aspirina virtual viene,  pero los descalabrados sin derecho a puntos somos nosotros.

Para que su dolor no sonara tan cínico podrían haber empezado por recortar gastos más cercanos, así sería más creíble su angustia existencial. Por ejemplo, eliminar las subvenciones a partidos políticos, sindicatos y patronal; tapiar ese pozo sin fondo cuajado de mamuts políticos que es el Senado, una institución inútil que es todo un paradigma del despilfarro y la sinecura; suprimir los privilegios de los que gozan senadores y diputados a la hora de pagar el IRPF, incluyéndolos en el mismo baremo que el resto de los ciudadanos; acabar con las ventajosas condiciones de movilidad que disfrutan y que les permiten viajar gratis, en preferente, por todo el territorio nacional con hotel pagado y dietas, sin necesidad de justificar el motivo del viaje; lo mismo para los parlamentarios europeos, otro saco de fósiles agradecidos, que amplían su radio de acción a todo el territorio de la Unión Europea; limitar los sueldos obscenos e indecentes de banqueros, adláteres y asimilados (Sáenz, el indultado de ZP y segundo de Botín, se merendó el año pasado 11,6 millones de euros); prohibir que las jubilaciones, solapadas o no, que cobran políticos de toda clase y condición sobrepasen el importe de la pensión máxima fijada por la ley; obligar a que los mangantes de cualquier pelaje devuelvan hasta el último céntimo choriceado, con los intereses que correspondan, así sea embargándoles hasta el tuétano y, en fin, penar con cárcel a los administradores públicos que, por irresponsables y manirrotos, lleven a la bancarrota a los organismos que presidan o gestionen. No sé cuánto se ahorraría con estas medidas, en absoluto exhaustivas, de lo que sí estoy seguro es de que, adoptándolas, seguramente se nos quitaría esta cara de primos paganos que tenemos ahora.

Por si todo lo anterior fuera poco, de un tiempo acá me viene obsesionando una idea tintada de negrura. Dando por sentado que otra causa de la situación catastrófica que padecemos fue la supina inanidad mental de ZP, estoy con las carnes abiertas temiendo, ¡ay, madre!, que el incompetente, además de ignaro, sea un gonizo redomado. Si es así no hay escapatoria, ya que la concurrencia de estas nefastas cualidades, unidas a la tontería innata del personaje, puede depararnos situaciones apocalípticas. Mis temores están bien fundados, porque fue anunciar este zopenco que se dedicaría a ser contador de nubes, para que se nos haya venido encima la mayor y pertinaz sequía de los últimos setenta años. Si esta jettatura cuaja (¡lagarto, lagarto!) no hay conjuro ni santero que nos salve.










1 comentario:

Muli dijo...

Muy bueno el comentario.
Un abrazo