viernes, 10 de septiembre de 2010

EL HÉROE CAÍDO

Este país es a veces, casi siempre, puñeteramente miserable. Creamos mitos, héroes, tan sólo con la intención de acecharlos, de estar pendientes de que cometan un fallo para zurrarles la badana, romperles el pedestal al que antes los encaramamos, hacerlos caer con estrépito y, si se tercia, escupirles con saña. Así veo yo la pringosa historia de Jesús Neira, un señor que nunca me resultó especialmente simpático, dicho sea de entrada. Un desconocido al que un energúmeno casi lo manda al otro mundo de una paliza traicionera y que, estando en coma, fue utilizado por demagogos y populistas, medios de comunicación y políticos, y manoseado de forma impúdica por unos y otros hasta elevarlo a la categoría de héroe. Y despertó sin ser el que había sido. Entró en coma como profesor y regresó de él caballero andante, ejemplo de paladín antimachista, defensor de débiles mujeres y paradigma de hombre valiente que, poniendo en riesgo su vida, se interpone entre el matón y la víctima. Después vinieron las entrevistas en radio y televisión, los halagos empachosos, los abrazos agradecidos, los ofrecimientos y los cargos. Lo cual, que tuvo la mala suerte de dormirse persona y despertarse imagen. Y en eso estriba su tragedia. Porque, ¿en qué imagen se transformó? Evidentemente, no en la suya, sino en la de otra persona fabricada a la medida de quienes la crearon. En unos casos, de intereses políticos oportunistas ciertamente vomitivos, (Esperanza Aguirre le concedió la Medalla de Oro de la Comunidad y le nombró Presidente del Consejo Asesor del Observatorio Madrileño contra la Violencia de Género), en otros de audiencia televisiva y basurera. Al fin, una patética criatura de Frankenstein.

Aún convaleciente, ya empezó a comportarse de manera “políticamente incorrecta”. Y los mismos que le encumbraron, empezaron a torcer el gesto ante sus salidas de tono. Quizás no supo asimilar el ver el mundo desde al altura en la que le habían encaramado. Quizás es que él era así y seguía siéndolo. Quizás es que la experiencia padecida o la medicación le trastornó. Pero sus actitudes extemporáneas contradecían el modelo diseñado. Pidió permiso de arma corta. Quería llevar pistola al cinto, como en el Oeste, no sé si con la intención de dirimir una situación similar a la que había sufrido llevándose por delante al matón. Mala cosa. Primeras alarmas. Escribió un libro, España sin democracia, con título suficientemente explícito. Arremetió contra ZP y los socialistas y despotricó de los jueces cuando liberaron a su agresor. Y, al cabo, los mismos que se lo rifaban (Bibiana Aído entre otros) y se daban codazos por hacerse la foto con él, huían con el rabo entre las piernas. A la vista de sus creadores, la criatura resultó ser un monstruo. Pero nada más lejos de la realidad. Simplemente había pasado de icono a persona. Tanto es así que, como ya se han encargado machaconamente de que nos enteremos, fue cazado hace unos días mientras hacía eses con el coche por la M40, triplicando la tasa de alcohol permitida. Infracción, por desgracia, cotidiana y repetida entre los simples conductores de este país cafre, pero anatema cuando la comete este modelo artificial de civismo comprometido. Y el querubín, por el mismo birlibirloque invertido, ya es diablo. En fin, creo que una situación doblemente injusta. Injusta en la ascensión, injusta en la caída. Pero, así somos.

Antes de terminar este artículo leo en un periódico digital sus últimas declaraciones , excesivas y con el puntazo de soberbia a que nos tiene acostumbrados, que corroboran lo que digo. Hay en ellas, sin embargo, una afirmación con la que me solidarizo de forma entusiasta. Dice el lenguaraz Neira: “Prefiero morirme a quitarme una cerveza o un vino”. Amén. Pues eso, muchacho, bienvenido al club. Pero sin conducir, claro.

1 comentario:

Muli dijo...

Hay mucha verdad en tu comentario.