viernes, 19 de diciembre de 2008

UN MOMENTO DE ANGUSTIA

Nunca quise ser juez y,
sin embargo, condené a
mis tres hijos a la vida.

Y también a la muerte.

El perdón, sin que sepan,
lo adivino en sus ojos.


Mi consuelo no existe:

las miradas no pueden
ser un milagro siempre.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bonito,aunque me ha quedado el alma desasosegá.Desde ayer sigo con el poema en la cabeza,dándole vueltas.

Anónimo dijo...

Estoy contigo, Jaimorro, aunque no lo sepa decir tan bonito. La Mayo