lunes, 19 de mayo de 2008

EL VUELO DE LA PALABRA

(Prólogo a "El vuelo de la palabra. La poesía en Badajoz en 2008". Es la 11ª entrega de este proyecto que lleva a cabo el Ayuntamiento de Badajoz con motivo de la Feria del Libro. Hay poetas que, por no ensuciar sus mantos de armiño, no participan. Esos que hablan de cultura popular encaramados en lo alto de su Olimpo. Farsantes.)


VOLANDO

Volando voy, volando vengo, cantaba Camarón. Y en esas andamos cada año, mayo a mayo, con estos vuelos poéticos que nacen al amparo del Ayuntamiento de Badajoz y de su Feria del Libro. Es este un vuelo en bandada, con lo que los desfallecimientos de unos son paliados por el vigor de otros. Cajón de sastre irregular y homogéneo donde todo queda compensado en un mosaico de estilos, temáticas y calidades. El resultado viene a ser, entonces, notable. Cuando la pretensión principal que se tiene, al editar un libro como el que nos ocupa, es el ofrecimiento, la cosa siempre sale bien. No se intenta, en principio, establecer pautas de sublimidad, ni criterios estrictos de rigor, sino presentar ilusiones, montar un escaparate escrito de parte de la poesía que se hace en Badajoz. Cada lector elija luego la que quiera, si es que de elegir se trata. Con este libro lo único que se hace es haceros llegar una visión, un muestrario. La valoración de lo leído cada cual la establezca. El fin que se persigue es ése y está plena y satisfactoriamente cumplido, año tras año, poniendo a vuestro alcance un muestrario de sensibilidades. Alguna habrá, sin duda, que coincida con la vuestra.

Me siento, haciendo este prólogo, como los porteros de las atracciones de feria, y no me quedo con las ganas de gritar ¡pasen y vean!, en las puertas de este libro Quizás seamos los poetas atracciones de esta feria inmensa que es la vida, y nuestra poesía el número que ofrecemos para los que quieran traspasar los umbrales de nuestros desvaríos. No exhibimos a la mujer barbuda, ni al gigante de Mozambique, ni a una partida de pulgas amaestradas. En su lugar interpretamos, “el poeta es un gran fingidor”, alegrías, tristezas, añoranzas, deseos, ensoñaciones, distancias, apetencias, cercanías, frustraciones… en una palabra, sentimientos. Y si además es gratis y por amor al arte, qué más se puede pedir.

Por eso, si os decidís a franquear el dintel de estas cubiertas, os encontraréis con un mundo que, siendo otro, es el mismo, viéndolo a través de unos ojos iguales y distintos a los vuestros, con un latido que se acompasa al vuestro mientras lo desequilibra. Si entráis con cuidado podréis sentir el aliento de los que os acompañan en estas páginas, el tenue roce de una respiración ilusionada. Y, así, os emocionaréis con las añoranzas elíacas de Plácido Ramírez; os divertiréis con los poemas de amor gastronómico de Cosme López; os ensimismaréis en los parterres de Luz Rueda; soñaréis la estela del guerrero de Milagrosa Ortega o gozaréis con el redondo soneto de Antonio-Román Díez García.

Todo esto es el libro pero, también, mucho más que todo esto. Para descubrirlo tan sólo es necesario que os sintáis partícipes del milagro. Que creáis en él. Y que recuperéis el alma de ese niño que todos fuimos y, con ella, la capacidad para el descubrimiento y la sorpresa. Estoy seguro de que os merecerá la pena.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La verdadera poesía no está en los fastuosos estuarios de la rimbombancia o el barroquismo: de eso adolece, en gran medida, la poesía de hoy, y por eso mismo se adentra cada vez más en ese callejón sin salida que llamamos olvido.

La gente no se identifica, no se ve reflejada en poemas empeñados en alejarse, más que en acercarse, del lector.

La poesía debe hablar de lo que nos ocurre, de lo que nos pasa o vivimos jornada tras jornada, de lo que vemos en la parada del bus o en la cola del supermercado. De lo que apreciamos al abrir la ventana y mirar de frente a la cruda, terrible y descorazonadora -pero también a veces hermosa- realidad. Sólo así es posible una plena identificación autor-lector.

La gente no quiere oír -leer- mandangas. La gente quiere identificarse con algo que pueda, en algún momento, llegar a ser suyo.

Mucha culpa de todo esto la tienen esos farsantes de los que hablas. Poetas de sofá, pantuflas y batín.



Suerte con el blog y con tus libros. Un saludo.