viernes, 18 de marzo de 2011

"AUCTORITAS"

Cuidado, mucho cuidado con el nuevo estropicio que están perpetrando estos indígenas que nos gobiernan que, como los avances que se van conociendo lleguen a término, va a ser como darle una pistola a un mono histérico. Me refiero a la “Ley Integral para la Igualdad de Trato y la no Discriminación” que la hechicera planetaria anda cocinando en sus marmitas y que promete marcar un antes y un después en la obsesiva escalada igualitarista que nos invade. Esta gente hunde el país derrochando sin escrúpulos en subvenciones a sindicatos, patronal, fundaciones mamonas, alianzas de civilizaciones y sumideros análogos, o patrocinando imprescindibles estudios sobre, un poner, la lenteja autóctona del Machu-Pichu y su relación con la actividad sexual de los lagartos criollos; lleva la tragedia del paro a una representación continua en la que no se ve el momento de bajar el telón; crea un paisaje desolado de cierre de empresas y ruina de autónomos y, en fin, patrocina, entre los que todavía tenemos la dicha de trabajar, una sensación generalizada de angustia cuando se acerca el final de cada mes, pero, inasequibles al desaliento e instalados en sus mundos de Yupi, no dejan de parir ocurrencias peregrinas, a cual más pintoresca. No me recupero aún del batiburrillo creado con la pamema del lenguaje no sexista, un conjunto de sinsorgadas trufado de desviaciones sintácticas metidas con calzador, todo un monumento a la estulticia ideológica y a la simpleza, que te obliga a “pronombrelizar, reconceptualizar, reverbalizar o desarticulizar” e, incluso, a inventar genéricos como “usuariado” para no decir “usuarios”, cuando ya empiezo a oír el regüeldo de esta ley que, según la pomposa exposición de motivos que figura en su anteproyecto, “quiere situar a España entre los Estados de nuestro entorno que cuentan con las instituciones, instrumentos y técnicas jurídicas de igualdad de trato y no discriminación más eficaces y avanzados”.

Dado que esta amenaza legislativa, cuyos objetivos son prevenir y erradicar, “se aplicará a todos los ámbitos de la vida política, económica, cultural y social y a todas las Administraciones Públicas y los organismos y entidades de ellas dependientes, y a las personas físicas o jurídicas de carácter privado que se encuentren o actúen en territorio español” y si, atendiendo al Diccionario de la RAE, discriminar es “seleccionar excluyendo”, no hay escapatoria posible, ya que toda elección, por el hecho de serla, deviene en ilegal. A mayor abundamiento si, como ocurre en esta aberración integral, el infractor, de entrada es culpable y debe demostrar su inocencia con “la aportación de una justificación objetiva y razonable, suficientemente acreditada, de las medidas adoptadas y de su proporcionalidad”. De modo que si, después de cinco años esperando, recibe usted la llamada de su agente inmobiliario anunciándole que hay dos personas interesadas en alquilar su piso, no se alegre, alma de cántaro que, con esta ley vigente, puede ser su perdición. Si se decide por Juan, payo heterosexual, en detrimento de José, gitano homosexual, lo lleva claro si éste lo denuncia. Pero es que si es José el elegido, también puede ser denunciado por Juan por las mismas razones étnicas y de orientación sexual, pero a la viceversa. Y si no lo denuncia ninguno de los dos y usted se fuma un puro para celebrarlo, mejor será que se vaya de España, porque esta ley, igual que la antitabaco, promueve la delación y permite e impulsa que cualquier salivilla integrista que pase por allí, se chivatee. Y el asunto no es baladí, que las sanciones pueden llegar a los 500.000 euros, incluyendo para la graduación de las mismas “la intencionalidad de la persona infractora”, que ya es hilar fino.

Y, ¿quién se encargará de proteger y promover la igualdad de trato y la no discriminación? Pues quien ha de ser, ignorante, la “Autoridad para la Igualdad de Trato y la No Discriminación”, como su propio nombre indica. Se trata de un organismo unipersonal e independiente, cuyo titular será nombrado por el Gobierno (menudo oxímoron) por un período de seis años improrrogable. No podrá ser cesado si no es “por renuncia, por incapacidad permanente para el ejercicio del cargo, por causa de condena en sentencia firme por delito doloso o por incumplimiento grave de los deberes de su cargo”. O sea, por seis años. Su funcionamiento estará basado, fundamentalmente y fruto de su prestigio, en la “autorictas” (sic) de su titular, que viene a ser que “esto es así porque lo digo yo. Y punto”. Con lo cual, a partir de la entrada en vigor de esta maravilla, ojo de chícharo en cualquiera de nuestras actuaciones públicas o privadas, que el que todo lo ve está siempre alerta.

Si todo lo anterior resulta inquietante, lo terrorífico es que, quien más suena para ocupar tan alto cargo, átense los machos (¡uy, perdón! átense los machos y las machas), es la inefable Bibiana Aído, de gloriosa y conocida trayectoria. ¿No querías “autorictas” (sic) e independencia? Pues ahí las tienes. Y yo me pregunto: si uno de los motivos para el cese de la autoridad es la incapacidad permanente para el ejercicio del cargo, ¿cómo puede pensarse en que lo ocupe esta lumbreras?. No me apercibo. Pues eso, lo dicho: como darle una pistola a un mono histérico.

viernes, 11 de marzo de 2011

ASOMBROS

Voy de asombro en asombro. ¿Dónde los ponemos?, preguntaría el gran Jesús Delgado Valhondo. Pues yo no lo sé, porque el saco ya está lleno. Entre la política igualitaria, el lenguaje no sexista, la homofobia, el machismo, la alianza de civilizaciones, el feminismo, la xenofobia, lo paritario y las paridas, los asombros ya no caben en su espacio y hay que desechar los antiguos para hacer sitio a los que entran. Y uno que, a pesar de los años, no ha perdido la capacidad de sorprenderse, anda entre respingos y escalofríos diarios, unas veces estupefacto, otras patidifuso, de la risa al canguelo sin solución de continuidad.

La penúltima ocurrencia que ha logrado epatarme ha sido la del organigrama del Consejo de Estudiantes de la Universidad de Extremadura. Junto a cargos que, a mi corto entender, resultan lógicos para el órgano de representación que nos ocupa, aparece una vocalía que no consigo ajustar en el esquema. Quiero decir que me resulta pintoresca. Se trata de la llamada “de Intercentros y Diversidad Afectivo Sexual”. Como decía el otro, “me se escapa el busilis”. Bueno está el inicio descriptivo de la plaza por aquello de la coordinación, pero el estrambótico final, que no dudo que sea sublime, no acabo de asimilarlo. Leo y releo los estatutos del citado Consejo y no consigo saber en cuál de los objetivos y funciones que marcan pueda estar incluido este asunto de amores y coyundas varias o, al menos, de intimidades afectivas. ¿Qué labor desarrollará el vocal que ocupe esta plaza en lo que a tal cometido se refiere? Pues lo ignoro, yo no logro imaginármelo por más vueltas que le doy. Y, a mayor abundamiento y si se me permite la perogrullada, dado que la diversidad en estos terrenos es tan diversa, por personal, ¿dónde se ponen los límites? Extrapolando hasta el absurdo la premisa y asumiendo, por supuesto, que englobe, como es natural, las sensibilidades de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales, ¿tendrán cabida en este amplio abanico conceptual la zoofilia, el fetichismo de pies, el sadomasoquismo, la excitación por las puntillas de los mandiles lagarteranos, el gatillazo, la eyaculación precoz, la disfunción eréctil, la mangria uretral? Ainda mais, ¿será tan abierto que contemple también la heterosexualidad? Permítaseme el sarcasmo, posiblemente producto de mi alucinación, pero es que el asunto me parece un gigantesco disparate, mermeladina pura, una cursilada más dentro de la empachosa sociedad de lo políticamente correcto. Memez al cubo.

Lo cual, por seguir la senda aborregada de la inutilidad con ínfulas, qué oportunidad se ha perdido, si de diversidad se trata y dado que en nuestra Universidad hay estudiantes de varias nacionalidades (portugueses, brasileños, italianos…), de crear una vocalía que se preocupara de potenciar el conocimiento de las distintas culturas que conviven en las aulas. Porque el conocimiento lleva a la cercanía. Y ésta a la integración. Pero, en fin, esto es lo que hay. Por lo que veo y deduzco, la idiotez es contagiosa, incluso en ámbitos en los que debe primar la capacidad de discernir y el sentido crítico. O quizás no. Mucho me temo, ya metidos en el tobogán de la pomposidad vacua, que de aquí a nada se creará un Observatorio Universitario para la Diversidad Afectivo Sexual del Estudiante, el OUDASE, que se ocupará de estudiar, desde el prisma estratégico de la concienciación globalizadora, las influencias transversales que, para el rendimiento académico y la estabilidad en el estudio, tienen las distintas sensibilidades sexoafectivas en el ámbito de la relaciones interpersonales. Pues eso. Lástima grande que yo sea sólo un probo funcionario y, al filo de las 3 de la tarde, pliego. Y, ajeno a la gratificante y compleja realidad que me circunda, me voy al bar a beber cervecita fresca. Y a vegetar, claro. Como un bollullo.