sábado, 28 de enero de 2017

LA JAURÍA HUMANA

En 1966, Arthur Penn rodó The Case, una película que en España titularon, esta vez con acierto, La jauría humana. En ella, Charlie 'Bubber' Reeves, (un primerizo Robert Redford), víctima de una sentencia injusta, escapa de la cárcel donde cumplía condena y regresa a su pueblo del sur de Estados Unidos. La noticia de su evasión pone en alerta al sheriff local Cadler, (un impagable Marlon Brando), y a los habitantes del pequeño pueblo. A aquel para detenerlo y devolverlo a prisión, y a estos, cada cual por distintas razones a cual más miserable, para cazarlo. Cuando la jauría entra en acción, el engranaje es imparable. Y, así, asistimos atónitos y tan indefensos como Bubber al desfile desnudo de unos personajes mezquinos, degradados, que vierten sus frustraciones y su resentimiento contra los dos únicos héroes, y a la vez víctimas, de la historia:  El preso fugado y el sheriff que trata de salvarlo. Sin resquicios por donde atisbar algún signo de esperanza, llena de un pesimismo, una violencia y una crueldad agobiantes fue, en su día, un fracaso de taquilla. Posiblemente porque los espectadores no querían enfrentarse a la verdad podrida y vergonzosa de una sociedad hipócrita, la suya, que la película desenmascaraba y les arrojaba a la cara como un escupitajo. Desgraciadamente me acuerdo demasiadas veces de esta cinta. Por desgracia digo porque, la mayoría de ellas lo hago a raíz de la náusea que me producen noticias en las que nos informan de que los gusanos de pudridero han salido de sus trincheras, ya sea en las redes sociales o por las calles de cualquier ciudad, con frecuencia desde el anonimato, siempre desde la cobardía, para darnos muestras de las vilezas de las que pueden ser capaces. Durante este mes de enero que ya agoniza, hasta en dos ocasiones me ha ocurrido.

(Fuente: laopiniondemurcia.es)
La primera, leyendo la noticia del suicidio de Lucía, una pequeña murciana de 13 años que el pasado día 10, mientras su madre dormía la siesta, se ahorcó con una correa atada a la litera de su dormitorio. El acoso que había sufrido en el Instituto Ingeniero de la Cierva de Murcia por parte de sus compañeros, que la hostigaban y la insultaban a diario, la dejaron indefensa: “Mi vida es como una montaña rusa. Nunca sé cómo va a ir... En el instituto Ingeniero de la Cierva no tenía a nadie. Sólo me hablaban para insultarme. Empecé a odiarme a mí misma”, dijo en su carta de despedida. Los cabecillas de la jauría, R. y D., dos menores de 14 años y por tanto inimputables, tras la denuncia interpuesta por los padres de la pequeña ante las autoridades educativas, fueron expulsados del instituto. Uno de ellos, por cinco días. El otro, por uno. Ya ven. Y la niña fue trasladada al Instituto Cascales. Algo inútil porque el mal estaba hecho. Lucía ya estaba marcada por la fatalidad. Se había cansado de sufrir: “Si queréis verme, tendréis que visitar mi tumba”, dejó escrito. Y así ha sido.

(Fuente: abc.es)
Y la segunda, por ahora, las contestaciones al tuit que Miguel Bosé publicó tras la muerte de su sobrina Bimba: “Buen viaje Bimba, mi cómplice, mi compañera, mi amor, mi hija querida. Guíame”. Empezando por la del periodista Antonio Burgos, inoportuna y patosa,  que confundiendo, adrede o no, laicidad con agnosticismo o ateismo, (si es que de eso se trata), decía: “Buen viaje ¿dónde? Vaya con el laicismo de la moda del ‘donde quiera que esté...”. Es de una incoherencia apabullante. Una estupidez supina, vaya. A no ser que este católico enrabietado, quizás en comunicación directa con su Altísimo, sepa dónde está ese donde, que ya sería. Y a partir de ahí, vía libre a la bestialidad gratuita, al horror anónimo. Creo que jamás había leído bazofia más repugnante como la que le he leído en los nauseabundos tuits de esta jauría, escondida tras identidades falsas de lo más estrambótico. Al menos el periodista firmó con su nombre, quizás porque piense que la falta de caridad cristiana, la crueldad que ha demostrado, se arregla con un ‘Señor mío, Jesucristo’ y unos cuantos golpes de pecho, que es recurso muy utilizado por escribas y fariseos de su condición. (A pesar de que esa estrategia, algo es algo, no le haya librado del escarnio y el desprecio públicos). Pero la villanía de los otros, de las ratas de alcantarilla, posiblemente quede impune. Al menos, si la policía investigara y descubriera los nombres y apellidos de estos gusanos, sería bueno que pudieran hacerlos públicos. Lo digo porque no vaya a ser que algún bicho de estos esté cerca, nos crucemos con él a menudo y nosotros, ignorantes, incluso le demos los buenos días. En vez de escupírsela, que es lo que se merece.

sábado, 21 de enero de 2017

LA CONJURA CONTRA AMÉRICA

Ayer, si todo fue como tenía que ir, tomó posesión Donald Trump como cuadragésimo quinto presidente de los Estados Unidos de América. Es algo que, evidentemente, a la hora de escribir estas líneas no se ha producido, de modo que no puedo hablar de las circunstancias que hayan concurrido en el acto, mucho menos del talante de su discurso. Sin embargo, por las virtudes que adornan al individuo, de las que ha dado muestras más que sobradas a lo largo de toda la campaña electoral y ha confirmado después como presidente electo, seguro que lo que diga no servirá para amortiguar la inquietud que me produjo que semejante sujeto haya podido llegar donde ha llegado. Antes al contrario, lo más probable es que la confirme o incluso la aumente. Según ha adelantado su portavoz, Sam Spicer, la perorata, que durará unos 20 minutos, es absolutamente personal, 100% Trump, ya que él la escribe, la corrige y la edita. Y “no será un programa detallado, sino una reflexión filosófica”. Otro motivo más de alarma, por otra parte no exenta de curiosidad, porque soy incapaz de imaginarme a criatura tan tosca filosofando, a no ser que estemos hablando de Rosenberg. Aunque me temo que tampoco, porque este nombre le sonará, si acaso le suena, a marca de cerveza alemana o algo así.

(Fuente: Posta.com.mx)
En fin, a lo hecho, pecho, ya que a estas horas, si se cumple lo anunciado por su vicepresidente electo, ya habrá firmado varias órdenes ejecutivas, entre las que se encuentra el primer paso para desmantelar el “Obaracare”, el plan de salud de Barack Obama, desmantelamiento que podría dejar sin cobertura médica a 18 millones de personas. Y suma y sigue: construcción del muro en la frontera con México, que este país ya ha empezado a pagar anticipadamente con la deslocalización de fábricas o líneas de  producción, (Ford, Carrier, General Motors…) en su territorio, y la consiguiente pérdida de inversiones millonarias y de miles de puestos de trabajo; supresión de la Agencia de Protección del Medioambiente (EPA) y retirada del acuerdo de París contra el Cambio Climático; levantamiento de las restricciones al ‘fracking’ y al carbón; expulsión de once millones de ‘indocumentados’ o inicio de un enfrentamiento comercial y político con China. Cualquier cosa. Todo bajo la égida de “Primero Estados Unidos”, el atavío de un lenguaje populista, burdo y simplón, y el trasfondo de una ideología xenófoba y racista que, evidentemente, le ha dado buenos resultados. Y el panorama se agrava si, como creo, el personaje, de carácter infantiloide y caprichoso, es un megalómano inculto y déspota al que el poder que representa el cargo que va ocupar puede descuajaringarle definitivamente la sesera. Si a esto le añadimos que el ‘maletín nuclear’ y sus códigos están ahora en manos de este patán irreflexivo y enfermizamente susceptible, de este ‘broncas’ de chiringuito, es para que no estemos demasiado tranquilos.

(Fuente: WordPress)
En el año 2004, Philip Roth publicó La conjura contra América, una ucronía donde se fabulaba sobre lo que hubiera podido ocurrir si, en las elecciones de 1940, Roosevelt hubiera sido derrotado por Charles A. Lindbergh. Héroe nacional por haber realizado el primer vuelo intercontinental sin escalas entre América y Europa, aislacionista convencido, portavoz del comité ‘Estados Unidos Primero’, (nada es casualidad), antisemita y pronazi, habría sido, así, el trigésimo tercer presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, que, aliada con la Alemania de Hitler, no hubiera participado en la II Guerra Mundial, y en donde los judíos hubieran sido despreciados, perseguidos, marginados y considerados culpables de todos los males de la nación. Narrada a través del prisma de los ‘recuerdos’ infantiles de un anciano, (el propio Roth), nos hace partícipes del desconcierto y los avatares de su familia y de lo que podría haber sucedido si la historia hubiera sido esa. La novela, algo desangelada y poco equilibrada en algunos momentos de su segunda mitad, al primar más la visión íntima y familiar en detrimento de la general, lo que, al menos a mí, me produjo una cierta decepción al no disponer de una perspectiva ‘histórica’ más desarrollada, es, en cualquier caso, imprescindible y angustiosa. En el caso que nos ocupa, más. Porque visto lo visto hasta ahora, bastaría con cambiar a judíos por emigrantes, a Trump por Lindbergh y a Putin por Hitler, -dicho sea esto más por analogías geográficas que ideológicas, porque en este sentido son perfectamente intercambiables-, y, a poco que nos descuidemos, la ucronía puede transformarse en realidad y la hipótesis en certeza. En fin, ya veremos a ver, como dijo el que llevaba sus ojos en la mano.
(Fuente: The New York Review of Books)



sábado, 14 de enero de 2017

'SOSTENELLA Y NO ENMENDALLA'

En “Las mocedades del Cid”, de Guillén de Castro, el conde Lozano, padre de doña Jimena, dice tras haber abofeteado sin motivo a Diego Laínez  de Vivar, padre del Cid: Confieso que fue locura / mas no la quiero enmendar... / Esta opinión es honrada. / Procure siempre acertalla / el honrado y principal; / pero si la acierta mal / defendella y no enmendalla. A lo largo de los años, la palabra defendella fue sustituida en ocasiones por mantenella o sostenella. Elegí esta última como título de este artículo porque es la que oía en mi casa desde bien pequeño, mayormente en labios de mi padre. Vino a mi memoria esta cerrazón de hidalgo trasnochado y testarudo, viendo este jueves el pleno de la Asamblea de Extremadura en el que se debatían dos “propuestas de pronunciamiento de la Cámara”, presentadas por el PSOE y Podemos. Aunque ambas se adornaban con apelaciones a la ley de Memoria Histórica y el respeto a la memoria de las víctimas del franquismo, se sabía, por el origen de ambas, que el grueso de la chicha parlamentaria iba a recaer en el parlamentario José Antonio Morales Álvarez, del PP, por su asistencia a la cena anual que la Fundación Francisco Franco organizó el pasado mes de diciembre, en la que fue distinguido con el diploma de Caballero de Honor de la misma.

Este capítulo de la sesión parlamentaria, del que solo es responsable el PP y su tibieza a la hora de (no) resolver este asunto a tiempo y con la contundencia que se merecía, transcurrió según lo esperado: las correspondientes dosis de demagogia de casi todos; el empleo intermitente de la retórica cursi y lacrimógena a lo Sautier Casaseca a la que algunos nos tienen acostumbrados; la confirmación de la absoluta incapacidad oratoria de aquel otro y el vapuleo inmisericorde al diputado Morales y, por elevación, al PP, con su presidente regional, José Antonio Monago, atrincherado en el escaño, mientras sus portavoces, con escasa fortuna, trataban de justificar lo injustificable. Los representantes del PSOE y de Podemos le afearon el hecho de que no hubiera salido allí a dar la cara. Pero, ¿con qué argumentos podía darla? ¿Con el del voto afirmativo a las dos propuestas presentadas que, en el mismo momento de aprobarse, su partido ya estaba incumpliendo al mantener en su escaño al diputado Morales? O sea, ¿votamos que sí pero va a ser que no? La cara no la dio, pero nos demostró que la tiene dura como el dibororrenio, que según la Wikipedia es la releche en dureza.

(Fuente: hoy.es)
La justificación dada para ese “sostenella y no enmedalla” torpe y terco, es que el susodicho, además de acudir al deleznable acto a título personal, había reconocido su error y pedido disculpas por él. Hombre, digo yo que uno puede equivocarse al hacer una suma, al marcar un número de teléfono o al echarle más sal de la cuenta al cocido, pero al aceptar una invitación, viajar hasta Madrid, acudir a la cena, subir al escenario, recibir una distinción acreditativa, agradecerla y llevársela a casa, va a ser que no. A otro perro con ese hueso. Antes de la votación, el vapuleado pidió la palabra y, tirando de tableta, no sé a santo de qué nos presentó a su familia: a su madre, a su mujer, a su tío Luis, a sus hijas Clara y Ángela y a su padre, ya fallecido. ¿Y...? Pues no sé. Sigo sin entender la razón que le impulsó a esa exposición pública de sus deudos. Quizá por ello la escena me resultó tan insondable, tan patética, tan desconcertante... Llegado el escrutinio, vino el estrambote que faltaba. Y con retruécano. Porque esta segunda propuesta, en la que se instaba “a las instituciones públicas a reprobar a los cargos públicos que hagan apología o exaltación del régimen franquista”, fue aprobada, como su hermana melliza, por unanimidad. O sea, también con el voto del diputado Morales que, de ese modo, se posicionó a favor de su propia reprobación. ¿Incoherencia, desvarío...? ¡Quia! Solo paripé, teatrillo de cristobitas.

Pero, como dicen en los anuncios de la teletienda: “Amigos, aunque no se lo crean, aún hay más”. Y es que siguiendo la pista que apuntó uno de los portavoces del PP, me entero, porque el propio Fernández Vara lo cuenta, que el presidente y consejero de Cultura de la Junta de Extremadura, Secretario General del PSOE en la región y barón rampante del mismo, tras la reunión del Comité Federal del día 1 de octubre pasado, salió de la sede de Ferraz escondido en el maletero de un coche. Sin duda, todo un ejemplo de arrojo y amor propio el de este político ubicuo. En fin, si con estos bueyes hay que arar, la que nos espera es chica, primo.

sábado, 7 de enero de 2017

REYES, TRONCOS Y DON HIPÓLITO

Algunos de los esperpénticos acontecimientos de los últimos días me invitan a traer aquí a colación, por segunda vez, al neuropsiquiatra de Badajoz don Hipólito Martínez Manzano. Decía yo en aquella primera cita, que tan paradigmático era este galeno, tan reputado como última tabla de salvación en los casos de insania o de chaladuras varias, que los extremeños de aquel tiempo, o al menos los pacenses, acuñaron una frase contundente con la que condenaban a su destinatario al desahucio psiquiátrico: “A este no lo salva ni don Hipólito”. Definitivo eufemismo para sentenciar que el susodicho, así se pusiera como se pusiera, no tenía salvación. Y, todo hay que decirlo, en la mayoría de  los casos en que conocí a alguno de los estigmatizados, el diagnóstico popular era corroborado por el médico. Tan evidente era su desvarío o, quizá, tan fina la intuición de aquella gente reconociendo síntomas. A hechos como este se referirá la tan renombrada ‘sabiduría popular’, digo yo.

(Fuente: Lainformacion.com)
Pues uno de los sucesos que me ha traído a la memoria la frase de marras ha sido el espectáculo grotesco de la cabalgata de los Reyes Magos en Vic, a la que la Asamblea Nacional Catalana pretendió llenar, de forma miserable, de banderas esteladas. No lo digo por el hecho en sí, bastante acorde con la parafernalia a la que nos tiene acostumbrados la ANC que, como tantas otras organizaciones de similar corte y a pesar de ser laica, no deja de tener un componente pseudo religioso que, por definición, maneja la liturgia como uno de sus elementos propagandísticos. Ni por la supuesta utilización de los niños, que irán a lo que irán, libres, incontaminados, espontáneos, ilusionados, en busca de caramelos o de emociones, al margen de banderas y banderías que solo son visibles a los ojos de sus mayores. Porque  la primera parte del eslogan que acompaña a la convocatoria, que en traducción libre del catalán al español reza: “Pequeños y grandes, recibamos a sus Majestades Melchor, Gaspar y Baltasar con la luz del farolillo de la estelada”, es más o menos normal, dentro del disparate, la cursilería y la trascendencia cateta habituales. Pero es en la segunda en donde la puerca tuerce el rabo. Y lo hace tanto que ni la sapiencia del mentado don Hipólito podría haber hecho nada para evitar la insensatez doctrinaria. Vamos a ver si no: “Les pedimos [a los Reyes] que en el 2017 nos traigan la República Catalana”, nos dicen. Y se quedan tan panchos. No hay duda de que a estas criaturas el ansia iluminada les ha nublado la razón y les ha secado las entendederas, porque esta contradicción conceptual, este oxímoron ideológico no se le ocurre ni al que asó la manteca. ¿A quién en su sano juicio, a quién que no tenga sus entresijos cerebrales achicharrados se le puede ocurrir el absurdo de pedir a unos reyes que traigan la república? ¿Pero dónde se ha visto eso, Madre del Amor Hermoso? Si es aún más quimérico y contra natura que pretender que Melendi te recomiende un libro, o que Sergio Ramos sea políglota, o que sé yo ya, que a Chuck Norris le den un Óscar. No sé si la idea ha sido individual o colectiva, pero ese es un detalle menor que solo afecta al tamaño del vehículo que debería conducir al responsable o a los responsables de semejante y supina sinsorga paranoica, directamente al pabellón de irrecuperables del cotolengo de Santa Eduvigis.


(Fuente: Mundo Deportivo)
Y si hablamos de paranoia, la segunda muestra no da respiro. Cuando me topé con el video pensé que era una escena de “Muchachada Nuí”, aunque no me cuadraba porque ese programa no existe, desgraciadamente, hace ya bastante tiempo. Pero es que ver a Pablo Iglesias en un escenario de luz fantasmagórica, con un tronco entre los brazos como ‘La señora del leño’ de Twin Peaks,  dizque como celebración de la inminente segunda temporada de “la mítica serie” para, con una perorata forzada ausente de toda lógica, equipararla con la próxima segunda asamblea  de Podemos, me resultó tan estrambótico, tan descacharrante, que me costaba creer que pudiera ser real y no una parodia. ¡Qué locura, padre cura! Y la mamarrachada final no tiene precio. Cuando el político espiritista nos trasmite lo que el tronco, que sostiene entre sus brazos como si fuera un bebé, le dice telepáticamente, es ya la repanocha en moto. Solo faltaba el pajarito de Maduro revoloteando sobre su cabeza y largando soflamas bolivarianas. Si llega a presidente del gobierno, -la democracia no lo permita-, teniendo la mollera como la tiene, este es capaz de convocar los consejos de ministros en un aserradero. En fin, para ir a mear y no echar gota, ¿verdad que sí, don Hipólito?