sábado, 29 de octubre de 2016

APROVECHAR LA OPORTUNIDAD

Visto lo visto en el debate de investidura, y a la espera de lo que suceda hoy mismo, y que previsiblemente sea que Mariano Rajoy revalide su condición de presidente del Gobierno, no puedo sino alegrarme porque se haya cumplido la corazonada, (bastante tenguerengue, todo hay que decirlo), que tuve cuando, después de tan tumultuoso desarrollo, la reunión del comité federal del PSOE acabó con la renuncia de Pedro Sánchez, presagio que afortunadamente se confirmó tras la votación habida en la siguiente convocatoria del mismo, en la que una mayoría se inclinó por la abstención para evitar unas terceras elecciones y así alcanzar, de una puñetera vez, la normalidad institucional que el país necesita. La salida de Sánchez, apalancado en un ‘no’ fulero que, por más que quisiera envolver con frases grandilocuentes de cambio y progreso irrealizables, no era más que un empecinamiento visceral e irreflexivo, con dosis nada desdeñables de ambición personal y de fariseísmo, era condición indispensable para desatascar el atolladero en el que este zascandil guaperas había metido a su partido. Llevaba el PSOE todas las trazas de recorrer el camino, antes transitado por IU, que conduce directamente a la nada, en donde el pánfilo de Garzón parece encontrarse a la mil maravillas. O, peor aún, a ser apenas una muesca más en el revólver político podemita. Y de rebote, me atrevo a decir, también del propio Sánchez, que por momentos me ha llegado a parecer un topo de Monedero infiltrado en las filas socialistas para deshacerlas. Después, la comisión gestora, encabezada por un socialista que sabe lo que es, lo que significa y el lugar que debe ocupar su partido, se mantuvo en la cordura necesaria para evitar la debacle. De modo que, si se cumple lo previsto, esta tarde tendremos gobierno, requisito inexcusable para que pueda haber oposición, como sabe hasta el mismísimo Perogrullo y parece desconocer algún que otro lumbreras visionario que ocupa escaño en el Congreso de los Diputados.

La reacción emberrenchinada y colérica de Podemos, con un irascible Pablo Iglesias a la cabeza, tras el cambio de rumbo en la estrategia del PSOE, es evidencia palmaria de su chasco. Y su discurso en la sesión de investidura del jueves, centrado fundamentalmente en apostrofar a la bancada socialista, es buena muestra de ello. Se sentían ya, con ventaja electoral o con “gobierno de progreso”, los manijeros del cotarro y ahora se encuentran con que apenas tienen un papel institucional de segunda fila. Han pasado, sin solución de continuidad, de reyes del mambo a maraqueros acompañantes. De ahí su rabioso afán de autocoronarse como la “única oposición verdadera”, aunque para ello, de forma burda, infantiloide y tramposa, tengan que despreciar la semántica utilizando “abstención” como sinónimo de “apoyo” y hablen de la triple alianza o del trío de las Azores, al tiempo que tratan de arañar parte del espacio político perdido apelando al “poder popular” y organizando algaradas callejeras. Al filo de estos acontecimientos, el otro día leí la pregunta que Guillermo Fernández Vara dejaba en la redes sociales, y que reproduzco aquí con leves retoques ortográficos: “¿Alguien puede aclararme por qué Podemos puede ser oposición en Extremadura habiendo votado a favor de mi investidura, y el PSOE en España (absteniéndose, añado yo), no?” Pues yo creo que sin aplicar la ley
del embudo con el descaro y la carga de demagogia que lo hacen estos andobas, no hay manera de resolver el enigma. Pero, claro, para eso hay que tener el desparpajo y la desfachatez que ellos atesoran, y eso no está al alcance de simples mortales con un mínimo de honradez.

En fin, a pesar de que la mayoría de las opiniones que he leído u oído, algunas claramente desechables por interesadas, apuntan a lo contrario, yo creo que si el PSOE sabe jugar bien sus cartas y no tensa la cuerda hasta hacer que se rompa, tiene ocasión propicia para restañar heridas y salir fortalecido del embate. Si es verdad que hay un acuerdo con C’s de 150 puntos, de los que 100 se incorporaron del anterior que Rivera firmó con Sánchez, los socialistas tienen capacidad de maniobra. Porque después de la matraca que Rajoy ha dado con el sentido de Estado y lo dañino para España que pueden suponer unas terceras elecciones y, por tanto, un nuevo periodo de transitoriedad gubernamental de duración imprevisible, tendrá que pensarse muy mucho ser él quien ejecute esa vuelta atrás. Cada día que pase de normal funcionamiento de las instituciones, es un día en el haber del PSOE como líder de la oposición. Y uno en el debe de los que pretenden, (podemitas, filoetarras, independentistas…),  pescar en el río revuelto de una fragilidad democrática en la que se mueven a su gusto. Porque no hay que olvidar que ese es su hábitat natural.

sábado, 22 de octubre de 2016

VOLVIENDO AL PASADO

En alguna ocasión me he referido aquí a mis años de facultad. Un tiempo en España, ese, ciertamente turbio, sucio de toda suciedad, en el que Franco, en prolongada y patética agonía, se apagaba matando, y la calle podía transformarse en una jungla por la que campaban a sus anchas energúmenos fascistas, (valga el pleonasmo), fueran estos policías o no, Guerrilleros de Cristo Rey o no, falangistas o no, con total impunidad. Tengo grabada en la memoria una imagen, no sé si me repito contándola, que podría definir lo que estoy diciendo: Alrededor de las 11 de la noche, en un bar de la plaza de la Ópera en Madrid, un amigo y yo terminando las últimas cervezas del día. Oímos gritos fuera y salimos. Por la Cuesta de Santo Domingo o por Campomanes, no estoy seguro, bajaba un hombre, con una gabardina beige al brazo, corriendo a todo correr.  Detrás de él venían otros dos, uno de ellos pistola en mano, que le conminaban a que se detuviera. El perseguido, mientras el pistolero no dejaba de apuntarle, lo sorteaba utilizando como escudo los coches aparcados en batería. Pero cometió la torpeza de entrar en el cine que ocupaba unos de los laterales de la plaza. El perseguidor, ya libre de obstáculos, efectuó entonces dos disparos. Con el primero la puerta de cristal que daba entrada a la sala se deshizo sobre sí misma. El segundo debió de alcanzar el objetivo que buscaba porque, al instante, apareció un coche largo y gris de la policía, de los ahora llamados familiares (tiene guasa la cosa, ¿no?), con sirena y pirulo centelleante, que aparcó frente al cine. De él se bajaron dos paisanos que, ayudados por los dos que perseguían al desdichado, lo introdujeron inerte por el portón trasero del vehículo. Y se fueron como vinieron, echando leches sonoras y refulgentes. Yo seguí todo el espectáculo, atónito y atemorizado, escondido tras un buzón de correos que estaba estratégicamente situado en una esquina y me servía de parapeto. Al día siguiente, volví al escenario de la movida, y comprobé que el espacio de cristal que ocupaba la puerta del cine había sido sustituido por un tablero de conglomerado. La escena de la noche anterior, por tanto, no la había soñado ni era producto de un exceso en la ingesta cervecera. Durante una semana, no sin grave detrimento para mi mermada economía, compré todos los periódicos que vendían en los quioscos de Madrid. No encontré ni una línea sobre el particular... En fin, han transcurrido demasiados años desde aquello y aún me inquieta el no saber qué demonios pasó allí: Quién, quiénes, por qué y, sobre todo, si el desenlace fue tan trágico como yo lo percibí desde mi acojono.


Sin querer igualar la situación anterior con la vista en televisión, protagonizada por los centenares de mozalbetes desquiciados que impidieron a Felipe González y a Juan Luis Cebrián intervenir en la Facultad de Derecho de la UAM, sí he de decir que, viéndola, me vino a la boca el mismo sabor amargo de aquel tiempo. Como si hubiera retrocedido más de 40 años en la historia de España. Calvo ya como estoy, herniado y con 64 a cuestas, me coge viejo el asunto. Y, además, perplejo y desconcertado, con la sensación de que todo el camino que tantos recorrimos no existe para aquellos que, por edad, no lo recorrieron. Y, lo que es peor, ni les interesa saber lo que costó recorrerlo. Y, a mayor abundamiento, si
acaso llegan a barruntar el coste que supuso, lo desprecian olímpicamente. Porque me da la impresión de que ellos creen tener a la verdad, absoluta y revolucionaria, cogida por sus miserias. Y ante eso, la historia que no se adapte a su visión dogmática, es pura filfa. Historias de abueletes.


No puedo afirmar que el vergonzoso escrache fuera urdido por Podemos, como aseguran algunos. Propiciado, sin duda. Allí se repitieron, casi de forma literal,  eslóganes y consignas que Pablo Iglesias ha dicho en diversos púlpitos e, incluso, en sede parlamentaria. Si no tramó la asonada, al menos la inspiró. Para después bendecirla al considerarla “un síntoma de salud democrática”. Sin duda la idea que tiene este individuo de democracia saludable es, como poco, sui géneris, por no decir que de un cinismo mayúsculo, porque lo que yo vi en televisión fue un repugnante ejercicio de violencia fascista, en lo que el fascismo tiene de intolerante, totalitario, antidemocrático y liberticida. A no ser que a la democracia a la que aludía el líder sinuoso fuera a la democracia orgánica franquista, o al centralismo democrático comunista o, acaso, a la por él idolatrada democracia bolivariana. Si es así, no tengo más remedio que darle la razón. Y temblar pensando en la que nos espera si un personaje de este jaez llega algún día a tener, siquiera, un ápice de poder. 

sábado, 15 de octubre de 2016

Y ADEMÁS, EL OTOÑO (REDUX)

Quizás sea el otoño, su luz que, como un suspiro frágil, se acurruca en los párpados y adormece los días en un eterno trémolo. O la noche que prematuramente invade las horas que no le pertenecen. O la mezcla imposible de insomnio con desgana. Quizás la culpa sea de ese aire opaco que guarda entre sus pliegues una tristeza lenta de tarde de domingo prolongada. O ese adagio que resuena constante en mi cabeza y tarareo en silencio, acompasándolo a los latidos de un corazón que a veces siento ajeno y lejanísimo. O el dolor impreciso de todas las ausencias que se vienen de golpe y nublan la nostalgia. Aunque, ‘mea culpa’, acaso todo lo anterior sólo haya sido un subterfugio, un introito poético de articulista torpe para sumar caracteres con espacio y descargar angustias metafóricas, y nada de aquello tenga que ver de manera directa con esta crisis lasa que padezco y sean, tan solo y tanto, circunstancias que agraven el estado abúlico y desanimado que sufro de un poco tiempo acá. Porque la verdad es que desde hace un par de días empiezo a barruntar, gracias a las sabias palabras del sicólogo que se esconde detrás de los espejos y me sorprende mientras me lavo los dientes o miro de soslayo, la causa principal de tanta zozobra. Me dijo el tal con mi voz y mis ojos: “Yo creo, mi buen amigo, que lo que usted padece es un empacho de mamarrachadas. La realidad del país, que a veces vive de manera enfermiza y con demasiada vehemencia, lo está llevando de asombro en asombro y, como le ocurría a su llorado Jesús Delgado Valhondo, ya no encuentra un sitio donde ponerlos, porque el corazón se le ha quedado pequeño para esta sucesión vertiginosa de sorpresas. Y entonces el estupor, desbordado ya, se enquista y le abotarga las tripas. De ahí las náuseas y esa sensación desagradable de hartazgo. Incluso el episodio diarreico y febril que cursó días atrás, pudo ser producido por una somatización del  hastío que le produce una actualidad cansina y repetitiva, sin intervención vírica alguna. Sosiéguese, vuelva sus ansias hacia el interior y termine esos dos libros de poesía que tiene descuidados. Si no, como poco, se le acabará cayendo el alma a los pies. ¿Ha llegado a pensar que la hernia inguinal que le incordia no sea tal, sino su propia alma que ya cogió el camino del desplome?”

En esas me entró la tos y, aprovechando que él también tosía, quise escapar de aquel absurdo soliloquio dialogado. Pero adivinó mis intenciones, me detuvo apenas con un gesto reflejado en mis ojos y siguió con su perorata: “Al verle en el espejo, mi mustio amigo, he recordado ahora el caso de un paciente con sintomatología similar a la suya, si bien en un estadio más avanzado, al que el alma se le acabó escurriendo por entre los dedos de los pies. El desdichado apareció en la entrada de este espejo equívoco con la cara desencajada y la mirada perdida, vacío de sentimientos y de lágrimas. Y le diré, para que quede usted tranquilo y su hipocondría no le juegue malas pasadas, que conseguimos su recuperación. Aunque no crea que fue fácil. Atrapar un alma volandera entraña muchísimas dificultades. Porque las almas, una vez que se ven emancipadas del cuerpo que las contiene, adquieren un libre albedrío y un desparpajo que para qué le cuento. Di con ella en un parque, revoloteando sobre un grupo de niños desbordantes de risas que miraban la luz de la mañana. Y conseguí, no sin grandes esfuerzos, introducirla en el fanal hermético que heredé de mi padre para estas ocasiones.  El proceso de su reimplantación fue trabajoso y razonablemente satisfactorio, dada la problemática que entraña este tipo de reinjerto mayormente derivada de la complejidad de las medidas antirrechazo, que pueden provocar efectos secundarios indeseados por otra parte poco alarmantes: algún episodio de melancolía sobrevenida, un ensimismamiento repentino, pequeñas confusiones en los sueños, un deje de tristeza en la mirada cuando el otoño sienta sus reales… Y, ocasionalmente, cierto desasosiego mediado el mes de abril”.

No era consciente del tiempo transcurrido. No sabía si habían pasado horas o minutos estando como estaba absorto en el delirio. Así, miré el reloj (era tardísimo) y, aprovechando que dejó de mirarme por la misma razón que yo lo hacía, le dije en un susurro: “Es que tengo que irme”. Y antes de que pudiera responder, apagué la luz. Y me fui.  Él, supongo, allí se quedaría, rumiando oscuridades por detrás del azogue y de mí mismo. Al tiempo de entrar en la cocina camino del café para mi santa, me palpé la ingle. Y mi alma seguía ahí, quizá algo inquieta en una ubicación poco apropiada para albergar almarios. Pensé: “De este lunes no pasa. Insistiré en el SES para que recompongan este entresijo mío cuanto antes.  Vayamos a tenerla, me desalme, y ande yo por mis sueños vacío de sentimientos y de lágrimas". 

viernes, 14 de octubre de 2016

BAÑADO EN TUS PUPILAS

Recogerme,
huir hacia adentro para ser sólo
lo que tu mirada vea de mí.

Alejarme para que tú,
callada,
descubras mis silencios
                                       y me nombres
para que yo recuerde por qué vivo.

Y hacerlo, entonces,
a través de tus labios y tu voz.

                                            Despierto para verte y verme a mí
                                            bañado en tus pupilas,
                                            bebiendo de tus lágrimas,
                                            consciente de que soy
                                            desde el instante exacto en que me miras.

Y sentir tu mirada más cierta
que mis sueños:

Al fin, mujer, dormir para que duermas.

sábado, 8 de octubre de 2016

CALMA CHICHA

Después del terremoto del sábado pasado, con la dimisión forzada de Pedro Sánchez y la posterior constitución esta semana de la Comisión Gestora en el PSOE, creí que la situación política de España iba a entrar en un periodo de cierta calma, con la vista puesta en evitar unas terceras elecciones que parece que es lo que quieren los dos grandes partidos. Pero la declaraciones que se han venido sucediendo en estos días, en principio evacuadas por segundos jerárquicos o espontáneos, sin solución de continuidad y cada cual divergente de la anterior, han conseguido hacerme un lío. Así, hay quienes siguen emperrados en el “no, es no” y el veto a Rajoy; otros se inclinan por la abstención técnica que afecte solo al número de diputados suficiente para que el PP pase raspando el trance; aquellos por la abstención útil, con pacto previo; los de más allá por la estratégica, incorporando puntos del doble pacto de  Cs con PP y PSOE, y, para terminar el pastel, los que quedan, que propugnan la abstención normal, pura y dura. En fin, hasta que el Comité Federal del PSOE no fije, (¿el próximo día 15?), la postura a seguir, toda opinión al respecto se queda en pura especulación.

En cualquier caso, lo que sí se ha demostrado con todo lo sucedido en estos días es que el PSOE tiene una estructura lo suficientemente sólida como para que los desvaríos de un dirigente tarambanas puedan cuartearla. Algo de que lo me alegro sinceramente. Y por más de una razón. Aunque, he de reconocerlo, quizá con lo que más he disfrutado a nivel personal haya sido con el berrinche que se han llevado los integrantes del politburó podemita, que creyeron tener la presa acorralada y a su merced, con un Pedro Sánchez entregado, rendido a sus ansias, pero esta, cuando ya se relamían, se zafó de sus manejos dejándolos con tres palmos de narices. Pregoneros de la nueva política y sin embargo protagonistas de una forma de hacerla antigua y con más telarañas que la momia de Lenin, crecidos ante lo fácil que les resultó fagocitar a IU, una agrupación en franca decadencia dirigida por un líder pusilánime, acomplejado y torpe, se llegaron a creer los reyes del mambo y pensaron rematar la jugada haciendo lo mismo con el PSOE. Craso error de principiantes. Y de soberbios. Bastaría con que hubieran leído un poquito para saber a qué se enfrentaban. Y, antes de intentar un imposible, se habrían dado cuenta de que un partido político con la historia y la fortaleza del que trataban de engullir, no es presa asequible para un grupo de universitarios lechuguinos y oportunistas. Con el fin de disimular el escozor de su fracaso, y dando por hecho la abstención de los socialistas en la investidura de Rajoy, vuelven a utilizar la lógica falsa y tramposa a la que nos tienen acostumbrados para postularse como la única y verdadera oposición al PP. Torpeza sobre torpeza. Fracasarán de nuevo. Espero. Creo.


Y es que permitir la formación de un gobierno no es lo mismo que colaborar con él, que es la falacia que repiten hasta la saciedad estos espabilados clónicos. Si no hay terceras elecciones, que no lo tengo claro, pronto lo veremos. Y si las hay, será evidente que el único culpable de que las haya será el PP, o sea, Rajoy, que sigue a lo suyo: Tumbado en la ‘chaise longue’, puro va, puro viene, rizando el rizo de un ‘tancredismo’ irritante, mientras suelta a sus voceros a largar globos sonda que luego él pincha con actitud de madre abadesa condescendiente. “No voy a pedir ninguna condición”, dice. Y se queda tan fresco invirtiendo los papeles del vodevil. Pero, ¿qué condición puedes poner tú para que te dejen gobernar? ¿No serían los otros los que podrían ponerte alguna para hacerlo? Se parece a la novia de un amigo mío, (y que me perdone Juanito Valderrama), con la que afortunadamente no llegó a mayores, que no solo le decía qué, cómo y cuándo tenía que regalarle algo, sino incluso el importe mínimo que debía gastarse para que ella aceptara su regalo. La consentida de marras, con su actitud, venía a decir: “Bueno, venga, vale… te dejo que me regales esto”. Mi amigo, tras dar muestras de un aguante infinito, mandó a la susodicha a freír espárragos cuando esta le devolvió el último regalo. Por lo que nos ocupa y nos afecta, espero que Rajoy no acabe igual, compuesto y sin novio. Porque con lo poco atractivo que es, y a pesar de encuestas y encuestadores, para mí que lo lleva claro. Políticamente hablando, digo.

sábado, 1 de octubre de 2016

DUELO EN O.K. FERRAZ

En la película de los Monty Python, El sentido de la vida, hay una escena exagerada y repulsiva que se desarrolla en un lujoso restaurante. A él acude un hombre monstruosamente gordo, deforme, por lo que se intuye cliente habitual del lugar, que da cuenta de un menú pantagruélico. Tras finalizarlo, el jefe de comedor insiste en que coma una última y delgadísima chocolatina.  A pesar de un primer rechazo, el glotón no es capaz de resistirse y deja que el maître se la introduzca en la boca. Saturado como estaba tras la ingesta de un almuerzo de decenas de platos, esa pequeña delicatesesen origina la debacle: el tragaldabas comienza a hincharse como un globo deforme que, al poco, explota, dejando al aire costillas y corazón, y esparciendo por toda la sala una lluvia de detritus, tripas, jugos gástricos y comida a medio digerir que viene a caer sobre el resto de comensales. Una escena, desde luego, no apta para estómagos sensibles, valga la ironía. No sé si será porque de dos días acá soy presa de un virus intestinal que me tiene en una constante alerta evacuatoria, al tiempo que la contumaz febrícula que lo acompaña hace que pase las noches en un estado de modorra morbosa, lo cierto es que esta pasada madrugada, en tal estado letárgico, he recordado esta escena y me ha parecido, (quizás por eso la recordé), que es una buena imagen de la situación esperpéntica y disparatada que está viviendo el PSOE en estas fechas. Se veía venir que el partido iba a explotar, porque ya no le cabían más fiascos electorales, más empecinamientos, más disparidades, más disparates y más ambiciones personales. Y la explosión, ¿implosión, quizá?, ha dejado al aire costillas, corazón y las aceras de Ferraz salpicadas de vísceras malolientes.

No voy a entrar en cuál de las dos facciones tiene razón afirmando que sus actuaciones son conformes a la normativa que las rige. De entrada porque no lo sé, y de salida porque el tema me resulta anecdótico. Todo ese lío sobre la legalidad o no de ejecutivas, comités federales, congresos extraordinarios y comités de garantías me la trae al pairo. Lo verdaderamente importante, en mi opinión, es que el PSOE está roto y, lo que es peor, que a medida que pasan las horas esa ruptura se va haciendo más irreversible. Que Pedro Sánchez y adláteres se hayan transformado en los “guardianes de las llaves” e impidan la entrada a la sede del partido a miembros no afines, me parece de una tremenda torpeza que, además, deja al descubierto su escasez de talante democrático y su sentido patrimonialista del cargo. Que militantes socialistas lo defiendan llamando fascistas y señoritos andaluces a Susana Díaz y los suyos, mandando a esta a bailar sevillanas, es patético, y pone bien al descubierto el encono con que se están desarrollando los acontecimientos, además de la altura intelectual de la militancia o, al menos, de una parte de ella, que lo votó. Creo que mientras más se dilate la situación, más van a decidir las tripas en lugar de la cabeza, y más van a influir en unos y otros los resentimientos personales, los egoísmos, los deseos de revancha y la cortedad de miras.

Desde mi punto de vista, el principal desacierto que ha llevado a Sánchez a perder elección tras elección, cuesta abajo en la rodada, ha sido el de querer ocupar un espacio político que no le correspondía. No sé si por inexperiencia, por ambición o por una sobredosis de megalomanía, se ha metido en corral populista ajeno y coqueteado con gallitos que se le acercaban, solo, para darle el picotazo definitivo. Y con él, a su partido. Al fin, una nueva versión de lo que ya hicieron con IU. Tan es así, que le ha faltado tiempo a Errejón para salir al retortero anunciando la simpleza de que la quiebra del PSOE es la quiebra del régimen de la Transición. Y es que Sánchez ha desvirtuado el mensaje socialista de tal forma que ha acabado siendo una mala imitación de ZP, el suricato leonés, que ya son ganas de pifiarla. Y además, por decencia, por amor propio, por el bien de su partido, hace tiempo que debería haber dimitido. Nada de esto estaría pasando.


En fin, el problema es trágico. No solo para el PSOE, sino también para España, que tiene mucha necesidad de él y de que sus aguas vuelvan a un cauce que nunca debió ser desbordado. Dicen que la dirección del PP está brindando por lo que ocurre. No lo sé. De lo que sí estoy seguro es de que Podemos y sus círculos sí lo estarán haciendo. Con ron venezolano, por supuesto.