“Nunca en la historia de la
democracia española ningún partido ha recibido tantos ataques y ha sido
sometido a tantas patrañas como ha ocurrido con Podemos. La última, vinculada
la empresa (sic) Caja de Resistencia. Una vez más, todo mentiras. Seguirán buscando,
y seguiremos demostrándoles que mienten. En democracia se combate con ideas.
Hay quienes solo saben hacerlo insultando, construyendo embustes, sembrando
sospechas. El concepto “casta” a veces cansa. Pero es que son pura casta”. Este
es el sobado comentario victimista, puro berrinche de progre mal criado, que
por todo argumento esgrime el ínclito Juan Carlos Monedero Fernández-Gala en su
blog, como contrapunto a las informaciones aparecidas en la prensa sobre el
cobro de 425.150 euros ingresados en las cuentas de una empresa de la que él es
único administrador y único integrante, cuya razón social, “Caja de Resistencia
Motiva 2 Producciones S.L.”, con guiño tipo jeroglífico de Ocón de Oro,
(‘motiva-dos’, ¿cogen la genialidad?), resulta tan sugerentemente
revolucionaria. Después de leer este lamento de mártir impostado o este
impostado lamento de mártir, no sé por qué, o quizás sí, me acordé del relato
de Indro Montanelli que dio lugar a la película homónima de Roberto Rossellini, El general de la Rovere, en la que un
genial Vittorio de Sica interpreta el papel de Giovanni Bertone, estafador de
poca monta, teatrero y persuasivo, detenido por los nazis. Éstos, con el fin de
sonsacar información a los resistentes encarcelados con él, le obligan a hacerse
pasar por el ‘General de la Rovere’, supuesto cabecilla antifascista. Al final,
el personaje suplanta a la persona, (¿de qué me suena esto, Monago?), y el inofensivo estafador, transmutado en
héroe, muere como tal frente a un pelotón de ejecución gritando “¡Viva el
rey!”. Lo que ocurre aquí es que Monedero no es De Sica; ni su guionista, si lo
hubiere, Indro Montanelli; de modo que lo único que le queda para tratar de ser
convincente en su actuación es tirar de histrionismo melodramático apoyado,
para más inri, en un libreto infumable,
con lo que pasamos de una obra de arte cinematográfica a un pestiño tipo
telenovela venezolana. O bolivariana, si se prefiere.
Los hechos son lo que son y no
pueden ocultarse con lamentos de virgen ultrajada. Veamos: Monedero dice que
firma un contrato con cuatro países latinoamericanos, Nicaragua, Venezuela,
Ecuador y Bolivia, para estudiar la posibilidad de implantación de una moneda
única en los mismos. El trabajo se desarrolla a lo largo de dos años. Según la
legislación tributaria española, durante ese tiempo debería haber ido emitiendo
las facturas correspondientes al trabajo realizado, con el consiguiente devengo
de IRPF que correspondiera. No sólo no lo hace sino que, en el momento del
cobro, crea la citada empresa unipersonal, sin estructura ni empleados,
habitual cuando se quiere legalizar dineros que se donan o se tienen en el
extranjero, cuya única actividad conocida es la de ser receptora de dicho pago.
Elude así el pago de IRPF solapándolo con el pago del Impuesto de Sociedades,
ahorrándose el pago de unos 100.000 de euros. Una bicoca, vaya. Ainda mais,
como quiera que la sociedad no existía cuando se firmó el contrato, habría sido
él, como persona física, quien lo hizo. Por tanto, para que esa sociedad ¿fantasma?
pudiera cobrar el trabajo hecho, Monedero tendría que habérselo vendido a
precio de mercado, devengando el correspondiente IRPF, para que a su vez ella
se lo vendiera a los países contratantes. Tampoco lo hizo. A no ser que
Monedero, en vez de esconderse detrás de teorías conspirativas, dé las
explicaciones que se esperan, lo único que demuestran los hechos es que hay un
posible fraude fiscal de por medio, ya sea de entrada, ya sea de salida. Todo
eso sin contar su irregular situación administrativa, al no haber solicitado la
preceptiva compatibilidad siendo, como es, profesor titular a tiempo completo
en la Universidad Complutense de Madrid. Y siempre que el pregonado contrato,
que hasta ahora no ha aportado, exista. Si no existiera, estaríamos hablando de
una serie de delitos mucho más peliaguda.
Después de varios días
desaparecido, este jueves, el perillán resucitó en el centro cívico Julián
Besteiro, de Leganés, en un acto de Podemos. Lejos de dar explicaciones sobre
los cobros, contraatacó sermoneando las
mismas patrañas casposas, cutres y fascistoides que vengo oyendo desde los
tiempos franquistas: “Van a querer asustarnos con todo tipo de acusaciones,
contra nosotros vale cualquier tipo de mentira. Cada vez que nos quieren dar
una bofetada, la sentís vosotros en vuestra cara, porque Podemos sois
vosotros”. Y por supuesto, él no es sólo él, es la encarnación de todos los
valores que la casta odia, la personificación de un movimiento revolucionario
que viene a cambiar las estructuras de un país anclado en la injusticia social,
el paradigma de la idílica sociedad igualitaria que todos soñamos. Resumiendo,
la misma palabrería hueca y pringosa de Franco envuelto en la bandera de España
y los españoles, o de Pujol en la de Cataluña y los catalanes, cohetería
populista y tramposa. Y mientras, el contrato sigue sin aparecer, los dineros
siguen en su cuenta y las aguas siguen bajando turbias. En fin, cada vez estoy
más convencido de que esta cofradía de santones laicos, con tanta verborrea y
tanta prosopopeya, no vienen a acabar con la casta. A lo que vienen es a
quitarle el sitio. Y los momios, claro.